viernes, 6 de mayo de 2011

“POR QUE LA PRISA DE... BEATIFICAR A JUAN PABLO II" por Carlos Bernal Romero


Juan Pablo mi bato; ahora ya eres beato
Oído en la Basílica



Lo poco que sabemos de beatificación y santificación de una persona normal por parte de la Iglesia Católica (léase Vaticano), es que resultan procesos muy largos.

Parece que primero esa persona (casualmente casi siempre un hombre) después de muerto, le concede un milagro a otra, que por alguna razón le pidió que por favor se lo hiciera.

Cuando éste es concedido, se lo avisan al cura del pueblo o lugar, y él va con su inmediato superior, el cual llevará la causa al Vaticano, ahí la estudiarán y si creen que vale la pena enviarán a un:

Abogado del Diablo

Su función consiste en juntar todas las pruebas posibles para que el presunto y posible próximo beato y después santo, no llegue a los altares y encontrarle una respuesta lógica y científica al mentado milagro.

Entonces resulta un proceso que se lleva por lo menos una década, siempre y cuando el Abogado del Diablo quede completamente convencido de lo que investigó.

Pero con Juan Pablo II, como dicen por ahí las reglas cambian y el mismo Vaticano, como gitanos de novela de Pérez-Reverte:

Se leyeron la mano

1).- Su beatificación se da a sólo seis años después de su muerte

2).- No hubo Abogado del Diablo

3).- El milagro no pasa de ser un chisme de convento

Las preguntas claves son:

A).- ¿Cuál es la prisa?

B).- ¿Desmarcarlo para siempre de Marcial Maciel?

C).- ¿Alejarlo de cualquier sospecha de complicidad o pasividad con respecto a los sacerdotes pederastas?

Allá ellos, pero así las cosas, pensamos que si su cuerpo permaneció incorrupto más de una semana después de muerta, la que merecería ser beatificada sería:

Nuestra Paulette



(3/V/2011) (CARLOS)

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