lunes, 5 de diciembre de 2022

EJERCICIO DE ESCRITURA LITERARIO

 


Alexa, una bibliotecaria estadounidense, sube a la estación Irving Park de la Brown Line del metro de la ciudad de Chicago. Como todos los días, ella debe abordar y trasladarse con la misma ruta para llegar a su trabajo en la “Librería Estatal George Washington” en el centro de la ciudad. A diferencia de ciudadano promedio norteamericano, a Alexa le gusta viajar en metro, porque la estación está a unos pasos de su departamento, y sin hacer ningún transborde, la línea café la internará siempre a la llamada downtown area. En “la ciudad de los vientos” no es tormentoso viajar en transporte público, ya que la mayoría de los habitantes cuentan con un automóvil, así que jamás se saturan los espacios como en los países de Latinoamérica. Alexa tiene auto, pero nunca lo lleva a su trabajo, en auto el trayecto sería más largo y la librería no cuenta con estacionamiento.

Es el mes de febrero, Alexa viste un abrigo negro que la cubre de pecho a rodilla, unas orejeras, gorra y guantes. El frío todavía es fuerte en esta época. El convoy que toma cada día Alexa sólo debe avanzar nueve estaciones y ella estará en la puerta de la librería en tan sólo veinte minutos.

Alexa espera ya en el andén. Parada con sus tacones negros y de brazos cruzados ella sube la mirada para observar el letrero se anuncia que el próximo carro: «Próximo Arribo 7 Minutos» lee Alexa y suspira. A sus espaladas, se escucha una madre que le está enseñando a leer a su hija de dos años. La madre está embarazada y con ternura se le escucha leer el mapa a escala:

—Montrouse… Addison…. Welington… Clark…. —deletrea la mujer a su hija con ternura. «Qué dedicada madre» piensa Alexa y se pone sus audífonos para escuchar audios de la aplicación Whatsapp.

A diferencia de “los metros” de la Ciudad de México o de otros países, el metro de chicago es realmente un tren. Sus vías y ruedas son de hierro como un tren.

Alexa es muy perceptiva, ella sabe que una persona es peligrosa porque siente “su mala vibra”. En esta ocasión, Alexa ve a un hombre vestido de traje y lentes obscuros, muy misterioso acercarse cerca de ella. Ella, aunque tiene los audífonos, se aleja unos pasos porque no le gustó la actitud de ese hombre que se vuelve más misterioso porque voltea para todos lados como si fuera un espía paranoico de la KGB.

Alexa ve llegar el tren de la Brown Line y en el momento que el tren entra a la estación a una velocidad de 40 kilómetros por hora el trajeado hombre avienta a las vías a la mujer embarazada ante los ojos de su pequeña que llora de miedo. En la estación hay gritos, el hombre sale corriendo de la estación, otros hombres lo persiguen, la sangre ha salpicado el piso del andén, mujeres y hombres que fueron testigos quedan horrorizados. Las exclamaciones de una mujer en especial se escuchan por todo el lugar. El chofer del tren, que también se percató del hecho, sale de la cabina temblando y se asoma para darse cuenta que ha aplastado por completo a un ser humano. Alexa saca de inmediato su teléfono y marca al 911. En la estación, otro hombre jala la palanca de emergencia para llamar a las autoridades, en este caso dos policías que estaban de guardia en la estación llegan para interrogar a los presentes.

—¡Fue un hombre vestido de traje negro! ¡Revisen las cámaras, revisen las cámaras! —les dice Alexa a los dos policías que también tratan de evacuar a los que se quedaron atrapados en el tren.

Alexa no sabe cuándo ni por dónde, pero en la estación ya está una cámara de televisión y un reportero que se acercan a ella. Con la cámara prendida y una luz que le deslumbra, Alexa se percata, entre tanto alboroto que está en vivo en el canal de noticias local.

—Estás al aire, cuéntanos ¿cómo pasó? ¿fue suicidio o alguien más la empujó?

 

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