lunes, 1 de septiembre de 2025

CRÍTICA DE LA PELÍCULA “EL CLUB PERFECTO” Por Fernando Martínez

Me sorprendió gratamente. Acudí a la sala de cine sin ninguna expectativa, y salí conmovido.

El trabajo de elaboración de personajes es impecable. Se agradece que retraten a los adolescentes mexicanos como realmente son.

Aquí vemos las instalaciones de una preparatoria de clase media como realmente es una preparatoria en México: 

Sin casilleros y gimnasios, pero con pupitres, salones, oficinas, escaleras y puertas muy a la arquitectura de nuestro país. 

En El Club Perfecto nos recuerdan lo maravillosa que es la etapa de “la prepa”. Aquí los millennials podemos volver a nuestros años maravillosos, y, para los que no son tan viejos, la generación Z, podrán disfrutar e identificarse con las preocupaciones de los protagonistas.

La película "se la llevan" todos los jóvenes y jóvenas que se organizan al mejor estilo de Ocean's Eleven para robar, copiar, resolver exámenes y diseñar acordeones.

Rodrigo Munguía (el protagonista de esta historia) cae bien. Ya lo vimos en “Cautiva por Amor” y es un buen actor. Murguía tiene futuro. 

El segundo protagonista, que no nunca di con su nombre, es un muchacho sin poses (ni cara bonita); a este tipo de joven podrías encontrártelo en el metro, en la tiendita de la esquina o caminando por tu barrio.

Diego Peniche es una revelación.

Alfonso Borbolla sí es “la cruza” entre un asesino serial y un maestro de preparatoria que disfruta ver sufrir a sus alumnos cuando sólo anuncia: “¡examen sorpresa!”

Las mujeres también se lucen: 

Daniela Martínez bien representa la sensualidad de cualquier preparatoriana inalcanzable con la que todos los jóvenes sueñan.

Andrea Tova es otra revelación; no se ve forzada, tiene una imagen fresca y le crees sus diálogos.

Sólo dos observaciones desfavorables:

Liz Gallardo no aporta nada. Su personaje es tan gris como lo es ella. Ana Layevska no nos convence como directora, Mónica Dione lo logró en “No Manches Frida”, y Andrea Noli en la secuela. 

El final es conmovedor y no por ello irreal:

Siempre está el compañero o compañera que siempre fue flojo o burro y no pudo graduarse contigo. Después de ver a un salón desunido, nace el verdadero compañerismo ya no sólo para copiar y robar, sino para ayudarse a estudiar entre ellos mismos (hay quizás una moraleja de honestidad al final).

Pero luego, lo que más ternura da, es que todos apoyan a su compañero que no logró obtener el certificado a que "las autoridades correspondientes" se lo expidan gracias a la modalidad de “examen extraordinario”.

Gracias hermanos Alazraki por regalarnos este proyecto. Ya sabemos que saldrán muchos a minimizar la trama, pero creo que le hicieron honor a una época en la que todavía no dominaban Facebook ni Tik Tok. En la que sí había celulares y éramos felices con sus SMS.

Gracias Ricardo Castro Velázquez por recordarnos el sonido del Messenger. Gracias por recordarnos lo patético de los exámenes sorpresa. Gracias por la nostalgia a esa etapa de nuestras vidas que no volverá.

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