sábado, 19 de noviembre de 2022

Qatar 2022: El Mundial de los esclavos Por Jon Kokura

Hace 12 años, en diciembre del 2010. Joseph Blatter, presidente de la FIFA anunciaba que el Mundial 2022 se iba a jugar en Qatar.

Los únicos que saltaron de sus asientos felices como lombrices fueron los integrantes de la familia Al Thani. Son los amos y señores de Qatar.

Es un pequeño territorio metido en el Golfo Pérsico, con una sola frontera terrestre, con Arabía Saudita, con la que se llevan bastante mal. 

Qatar está sentado sobre la tercera reserva de gas y petróleo del mundo. Su población es de 250.000 cataríes. Y 2 millones 750 mil trabajadores inmigrantes. (Sí, el 80% de la población son extranjeros).

En Qatar la palabra democracia es un chiste de mal gusto. 

Allí, la que corta el queso es la familia real Al Thani. Y el jeque Tamim Bin Hamad Al Thani con tres esposas…por el momento.

Como son los dueños de Qatar, su patrimonio ronda los 350.000 millones de dólares. 

Tienen tantos petrodólares, construyeron fastuosos edificios y  compraron clubes de fútbol, el PSG entre otros.

Alguien les sugirió que financiaran las ONG's que trabajan alimentando a los niños hambrientos del mundo… pero no hicieron caso. Un día los hombres de la familia Al Thani (las mujeres no pueden decir ni pío) dijeron: 

«¿Y si compramos el mundial de fútbol 2022?» 

«¡Dale!», contestaron. 

Y compraron un mundial de fútbol.

Les salió barato: 

Le pagaron un millón de dólares a ciertos delegados de la Concacaf (Centroamérica). Un millón y medio a otros de la Conmebol (Sudamérica) Un par de millones por aquí y otro más allá… Dicen que el crack del fútbol francés Michel Platini, que se las daba de virgen, casto y puro, cobró 7,5 millones de dólares

Y il capo di tutti i capi, el argentino Julio Grondona (fallecido el 2014) se embolsó 10 palos verdes por dar el sí a Qatar 2022.

De inmediato la realeza catarí se puso manos a la obra. Tenían que construir estadios de fútbol, en un «país» donde nadie jugaba al fútbol. El proyecto original era de 12 estadios. Quedaron en 8, uno de ellos desmontable, que van a «donar» a algún país donde sí se juegue al fútbol. 

Si usted, tiene en su barrio, una canchita rasca y piñinienta, escríbale al Emir de Qatar ¿Quién sabe? por ahí, le regalan el estadio desmontable.

El asunto fue que, para construir los 8 estadios, hoteles, aeropuerto, autopista, centros comerciales, necesitaron mano de obra barata, muy barata… y eso que están podridos en dólares. Y llevaron trabajadores inmigrantes al por mayor. 

En un sistema de esclavitud llamado «Kafala» y que consiste en darle todo el poder a un administrador (negrero) para que contrate inmigrantes, los explote reteniéndole los pasaportes. Haciéndolos vivir hacinados y con horarios de trabajo de hasta 18 horas por día. Sin derecho al pataleo, y mucho menos a cambiar de empleo.

Human Rights Watch denunció la explotación de los trabajadores inmigrantes en Qatar. (https://atalayar.com/content/human-rights-watch-denuncia-la-explotaci%C3%B3n-de-los-trabajadores-inmigrantes-en-qatar )

Sin este sistema perverso, construir lo que se construyó en Qatar, con temperaturas que varían de 30° a 50° era imposible. 

Desde el 2010 murió en las faenas un promedio de 12 obreros por semana. Un total de 6.751 trabajadores inmigrantes murieron para que usted grite: «¡Viva el fútbol!»

Esto, sin contar los obreros de Kenia y Filipinas, donde no se llevan registros migratorios. 

Las cifras de muertos aportadas por informes de The Guardian, la BBC (Inglaterra) y Amnistía Internacional son las siguientes: 

India 2711

Nepal 1641

Bangladesh 1018

Pakistán 824

Sri Lanka 557

Se construyeron 8 estadios espectaculares, pero manchados de sangre. Están tan cerquita el uno del otro, que si usted es bueno pa’ andar en bicicleta los recorre todos, en poco más de un medio día.

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