jueves, 17 de enero de 2019

HISTORIA DEL PERIODISMO EN MÉXICO Por Fernando Martínez


Uno de los antecedentes más antiguos del periodismo en México se encuentra en las hojas volantes, que empiezan a circular alrededor de 1542.

En 1722 aparece mensualmente, la primera Gaceta de México, redactada por don Juan Ignacio María Castorena y Ursúa. Seis años después reaparece y, en 1734, cambia su denominación por la de Mercurio de México.

Es a principios del Siglo XIX que en nuestro país se comienzan a difundir formalmente los primeros periódicos, siempre con un fin propagandístico. 

Y es la etapa llamada como “la Independencia” y los llamados “independentistas” que ven en la publicación de diarios un vehículo propagandístico para seguir con en el objetivo de quitarles el poder a los españoles. 

En la historia del periodismo mexicano ocupa un destacadísimo lugar el periódico El despertador americano editado en 1810 y 1811 por Francisco Severo Maldonado y José Ángel de la Sierra.” [1]

Es en la lucha por la Independencia de la próxima Nación mexicana, comandada por el sacerdote católico Miguel Hidalgo y Costilla, que:

 “Sucedió que cuando Francisco Severo Maldonado se enteró de la ocupación de la ciudad de Guadalajara por las fuerzas insurgentes, ni tardo ni perezoso a ella se encaminó para obtener una entrevista con Miguel Hidalgo y plantearle la fundamental importancia que para la causa de la lucha libertadora tenía la publicación de un periódico en cuanto herramienta difusora del ideario del movimiento (…) Así, el jueves 20 de diciembre de 1810, aparecía en la ciudad de Guadalajara el primer número de El Despertador Americano” [2]

También, es el escritor José Joaquín Fernández de Lizardi, reconocido como el precursor de la literatura romántica en México por haber publicado su obra máxima El Periquillo Sarmiento[3] quien editó uno de los primeros periódicos del México insurgente, al cual tituló con lo que después sería su seudónimo: El Pensador Mexicano

En este contexto la imprenta fue clausurada por el gobierno virreinal con la acusación de que estimulaba perniciosamente la imaginación de sus lectores y podía causar otra rebelión en la Nueva España.

Durante 1813, José María Morelos, ordenó que se publicara el periódico El Corredor Americano del Sur en el estado de Oaxaca. “Su objetivo primordial era dar a conocer las causas, las campañas y cierta correspondencia de los dirigentes de la insurrección de la guerra de Independencia de México. Dio continuidad al periódico Despertador de Michoacán, aunque su antecesor inmediato fue el periódico Sud.” [4]

El Correo Americano del Sur fue publicado durante nueve meses en la imprenta del fraile filipense, José María Idiáquez, a la cual se rebautizó como Imprenta Nacional del Sur, éste debería salir a la venta todos los jueves con un costo de 2 reales, distribuyéndose en las casas de aduana y el estanco de la ciudad de Oaxaca. El primer número se vendió el jueves 25 de febrero de 1813 y el último el 25 de noviembre del mismo año.​ Salieron a la venta 39 números regulares y 5 números extraordinarios. La extensión de la publicación era regularmente de un solo pliego.” [5]

Entre 1821 y 1867, en nuestro país se llevaba a cabo una lucha por el poder entre dos fuerzas políticas: los Conservadores y los Liberales, los cuales fundaron sus propios periódicos con el fin de “presentar ante la opinión de los ciudadanos los argumentos y razones que fundaban las aspiraciones del grupo o partido con el que se hallaban vinculados, y por otro en denunciar la inconsistencia e irracionalidades  de sus grupos rivales”. [6]

Como ya mencionamos, los periódicos del siglo XIX en México, más que informativos fueron un aparato de propaganda política.


Otra de las publicaciones informativas que no debemos pasar por alto en la historia de nuestro país, es el periódico El Universal, el cual inició su circulación en noviembre de 1848 en la Ciudad de México, fue editado por Rafael de Rafael, impresor catalán, bajo la dirección intelectual de Lucas Alamán y con la colaboración de políticos y escritores como Manuel Díez de Bonilla e Ignacio Aguilar y Marocho.

El Universal publicó con regular frecuencia editoriales y artículos de opinión, en ellos ahora podemos apreciar el cómo comprendían los miembros del grupo conservador la dinámica histórica de su época, así como los contrastes que marcaban con su contraparte liberal. “En las secciones fuertes del contenido de opinión, los editoriales y los artículos, el tema europeo se abordó sobre todo en las páginas de El Universal y de El Siglo XIX.” [7]

Durante el periodo de gobierno del presidente Porfirio Díaz Mori (1876-1911) quien gobernó el país durante 35 años, en nueve periodos sucesivos, la historia nos dice que el comportamiento de la prensa fue combativo al régimen:

“Disminuyendo paulatinamente gracias a las medidas represivas que la administración tomaba frente a la prensa crítica, mientras muchas otras fuentes informativas fueron cooptadas como parte de la prensa oficial. En este periodo se inauguró una nueva forma de represión contra la prensa, hasta entonces desconocida: la eliminación por presión económica. La prensa empezó a concebirse como empresa, se inició el abaratamiento y la popularización real del periódico” [8].

Al iniciar el siglo XX ya se gesta la lucha revolucionaria por los hermanos Enrique, Ricardo y Jesús Flores Magón:

“…Fue justamente en el periodismo donde surgieron las principales ideas y conceptos que los llevaron a posteriormente formar el Partido Liberal Mexicano(...)

Los Hermanos Flores Magón participaron activamente en la actividad periodística, cada día orientándose a fomentar una corriente política crítica y subversiva en contra del régimen de Díaz. En este contexto es cuando lograron establecer el periódico Regeneración​ y a su vez comenzaron a participar en la edición de el periódico El hijo de El Ahuizote, ambos censurados por parte del gobierno de Porfirio Díaz.

Su participación fue la muestra más clara de cómo la prensa libre durante la última etapa del Porfiriato fue una de las armas fundamentales para el debilitamiento del régimen y su posterior caída. Durante esta etapa de lucha política-periodística los Hermanos Flores Magón fueron encarcelados en varias ocasiones, siendo finalmente expulsados del país en 1904 [9].

La Revolución Mexicana de 1910 provocó un ejercicio periodístico ambiguo, ya que fue un entretejido de elementos propagandísticos mezclados con información de la crisis política y social que vivía el país. ”Los jefes de las facciones revolucionarias tuvieron la urgencia de difundir sus programas políticos y lograr su aceptación entre la opinión pública. Este objetivo le dio sustento a diarios como Nueva Era de Madero y El Pueblo de Carranza”.[10]

De 1910 a 1940 ocurrió que: 

“Las características de la prensa en estos tiempos fueron muy específicas. Por un lado, se consolidan los diarios modernos. Trabajó una nueva generación de periodistas que vivió muy joven la revolución de 1910. El gremio de los periodistas logró organizarse temporalmente en sindicatos y asociaciones que protegieron sus intereses. Parte de la prensa pasó a manos de los trabajadores o a líderes surgidos de los ejércitos revolucionarios, y los estratos populares de la población pudieron gozar de este medio como un canal de expresión y de participación en la esfera pública.”[11]

Así, llegamos al ascenso a la presidencia de Plutarco Elías Calles en 1924, el mandato del presidente Calles fue marcado principalmente por su hostilidad y enemistad con la Iglesia Católica, y en cuanto al ejercicio periodístico marcó un severo retroceso en el camino hacia la apertura.

De esta etapa en la historia de México leemos que:

“La cerrazón del régimen se agudizó durante la crisis entre la Iglesia y el Estado, en la cual se confrontaron los principios radicales del gobierno revolucionario con los valores conservadores católicos de la sociedad. De este choque emergió el movimiento cristero y la guerra civil que cimbró a México entre 1926 y 1929. El gobierno de Calles recurrió a la represión directa y violenta de las voces que disentían con el perfil de su gobierno. La contención oficial abarcó todas sus posibles formas, desde la censura, el destierro, la persecución, el juicio y el encarcelamiento, hasta la desaparición física de periodistas y escritores católicos.

El hecho de que este conflicto se originara en el terreno ideológico, en el plano de las creencias, pero deviniera en una guerra armada, dio pie a que el Estado pretextara la validez de su furiosa reacción. En su lógica, no se atacaba la libertad de expresión, sino el sustento escrito de un ejército apoyado por la Iglesia que atentaba contra el proyecto revolucionario y la seguridad nacional.”[12]

Quienes más padecieron las estrategias silenciadoras del régimen fueron los editores y escritores de la prensa opositora católica. Entre ellos estaban editorialistas y periodistas que tenían una presencia importante en diarios con influencia pública como Eduardo Pallares, Jesús Guiza y Acevedo y José Elguero, que escribía en Excélsior, y fueron desterrados.

“También sufrieron una fuerte represión los responsables de publicaciones más panfletarias como Gladium (Guadalajara) y Desde mi Sótano (Aguascalientes).”[13]

Así, podemos hablar de los primeros tabloides y revistas con contenido periodístico pero con tintes de propaganda como: “El Nacional (1929), órgano del partido oficial; El Machete (1924), dirigido colectivamente por Diego Rivera, David Alfaro Siqueiros y Xavier Guerrero; El Popular (1938) órgano de la Conferencia de Trabajadores de México (CTM) dirigido por Vicente Lombardo Toledano, cuya intención era conectar a estos partidos e instituciones con las masas”[14].

Otro importante tipo de publicaciones muy populares fueron:

“La Prensa, (1928); Sucesos, (1933); Últimas Noticias (1936), que surgió de Excélsior. Roto-foto que tenía la intención de desmitificar y desacralizar la imagen de los políticos. Esta revista terminó distanciada del régimen con un reportaje gráfico sobre Saturnino Cedillo. Como consecuencia y haciendo eco de las prácticas callistas, el Comité de Lucha contra la Prensa Reaccionaria de la CTM incendió los talleres de la revista. Estos tabloides, además de tener un rápido éxito económico, lograron grandes tirajes y una conexión más directa con los lectores.”[15]


[1] El Despertador Americano
Fecha de consulta: miércoles 4 de julio 2018 

[2] Ídem.

[3] Novela satírica sobre un personaje pintoresco de origen popular, Pedro Sarmiento, alias “el Periquillo Sarniento”, sus venturas y desventuras, su vida y su muerte, todo lo cual transcurre a finales de la dominación española en México. La novela tiene un elevado valor testimonial, y según el escritor y filósofo español Fernando Savater: “En el fondo, los malos y malditos de esta novela contribuyen a divertirnos y entretenernos”.

Sus tres primeros tomos aparecieron en 1817, mientras que el cuarto fue censurado por criticar la esclavitud. No se publicaron completos hasta 1830, ya muerto el autor, pues durante el virreinato estaba prohibido leer ciertas obras de ficción (aunque circulaban clandestinas), porque se consideraba que fomentaban un uso «ocioso» de la imaginación y el pensamiento, y en especial por su repercusión en la crítica social.

El Periquillo Sarniento muestra el folclore y las tradiciones mexicanas, las picardías de este pintoresco personaje, y el apogeo colonial mexicano.
[5] “Correo Americano del Sur”. Senado de la República. Archivado desde el original el 29 de octubre de 2013. Consultado el 29 de junio del 2018.

[6] Hernández Fuentes, Miguel. Conceptos de temporalidad en la prensa conservadora y del Segundo Imperio en México, 1848 – 1867. Universidad de Guanajuato. Guanajuato, Guanajuato, México. Agosto 2015

[7] Ob. Cit.

[8] Apreza Salgado, Socorro. “La formación libre de la opinión pública u opiniones públicas en la Revolución Mexicana: más cerca del engaño que de su aseguramiento”. UNAM.

[9] Maldonado, Benjamín. (1997). Magonismo y movimiento indígena en México. Editorial Paidos.

[10] Serna Rodríguez, Ana María. Prensa y sociedad en las décadas revolucionarias (1910-1940). 
Artículo. Fecha de recepción: diciembre de 2011; Fecha de aceptación: diciembre de 2012.

[11] Ídem.

[12] Ídem.

[13] Ídem.

[14] Ídem.

[15] Ídem.

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