Uno
de los antecedentes más antiguos del periodismo en México se encuentra en las
hojas volantes, que empiezan a circular alrededor de 1542.
En
1722 aparece mensualmente, la primera Gaceta
de México, redactada por don Juan Ignacio María Castorena y Ursúa. Seis
años después reaparece y, en 1734, cambia su denominación por la de Mercurio
de México.
Es a
principios del Siglo XIX que en nuestro país se comienzan a difundir
formalmente los primeros periódicos, siempre con un fin propagandístico.
Y es
la etapa llamada como “la Independencia” y los llamados “independentistas” que
ven en la publicación de diarios un vehículo propagandístico para seguir con en
el objetivo de quitarles el poder a los españoles.
“En
la historia del periodismo mexicano ocupa un destacadísimo lugar el periódico El despertador americano editado en 1810
y 1811 por Francisco Severo Maldonado y José Ángel de la Sierra.” [1]
Es
en la lucha por la Independencia de la próxima Nación mexicana, comandada por
el sacerdote católico Miguel Hidalgo y Costilla, que:
“Sucedió que cuando Francisco Severo Maldonado
se enteró de la ocupación de la ciudad de Guadalajara por las fuerzas
insurgentes, ni tardo ni perezoso a ella se encaminó para obtener una
entrevista con Miguel Hidalgo y plantearle la fundamental importancia que para
la causa de la lucha libertadora tenía la publicación de un periódico en cuanto
herramienta difusora del ideario del movimiento (…) Así, el jueves 20 de
diciembre de 1810, aparecía en la ciudad de Guadalajara el primer número de El Despertador Americano” [2]
También,
es el escritor José Joaquín Fernández de Lizardi, reconocido como el precursor
de la literatura romántica en México por haber publicado su obra máxima El
Periquillo Sarmiento, [3]
quien editó uno de los primeros periódicos del México insurgente, al cual
tituló con lo que después sería su seudónimo: El Pensador Mexicano
En
este contexto la imprenta fue clausurada por el gobierno virreinal con la
acusación de que estimulaba
perniciosamente la imaginación de sus lectores y podía causar otra rebelión en
la Nueva España.
Durante
1813, José María Morelos, ordenó que se publicara el periódico El Corredor Americano del Sur en el
estado de Oaxaca. “Su objetivo primordial era dar a conocer las causas, las
campañas y cierta correspondencia de los dirigentes de la insurrección de la
guerra de Independencia de México. Dio continuidad al periódico Despertador de
Michoacán, aunque su antecesor inmediato fue el periódico Sud.” [4]
El Correo Americano del Sur fue
publicado durante nueve meses en la imprenta del fraile filipense, José María
Idiáquez, a la cual se rebautizó como Imprenta
Nacional del Sur, éste debería salir a la venta todos los jueves con un
costo de 2 reales, distribuyéndose en las casas de aduana y el estanco de la
ciudad de Oaxaca. El primer número se vendió el jueves 25 de febrero de 1813 y
el último el 25 de noviembre del mismo año. Salieron a la venta 39 números
regulares y 5 números extraordinarios. La extensión de la publicación era
regularmente de un solo pliego.” [5]
Entre
1821 y 1867, en nuestro país se llevaba a cabo una lucha por el poder entre dos
fuerzas políticas: los Conservadores
y los Liberales, los cuales fundaron
sus propios periódicos con el fin de “presentar ante la opinión de los
ciudadanos los argumentos y razones que fundaban las aspiraciones del grupo o
partido con el que se hallaban vinculados, y por otro en denunciar la
inconsistencia e irracionalidades de sus
grupos rivales”. [6]
Como
ya mencionamos, los periódicos del siglo XIX en México, más que informativos
fueron un aparato de propaganda política.
Otra
de las publicaciones informativas que no debemos pasar por alto en la historia
de nuestro país, es el periódico El Universal, el cual inició su
circulación en noviembre de 1848 en la Ciudad de México, fue editado por Rafael
de Rafael, impresor catalán, bajo la dirección intelectual de Lucas Alamán y
con la colaboración de políticos y escritores como Manuel Díez de Bonilla e
Ignacio Aguilar y Marocho.
El
Universal publicó con regular frecuencia editoriales y artículos de opinión, en
ellos ahora podemos apreciar el cómo comprendían los miembros del grupo
conservador la dinámica histórica de su época, así como los contrastes que
marcaban con su contraparte liberal. “En las secciones fuertes del contenido de
opinión, los editoriales y los artículos, el tema europeo se abordó sobre todo
en las páginas de El Universal y de El Siglo XIX.” [7]
Durante
el periodo de gobierno del presidente Porfirio Díaz Mori (1876-1911) quien
gobernó el país durante 35 años, en nueve periodos sucesivos, la historia nos
dice que el comportamiento de la prensa fue combativo al régimen:
“Disminuyendo
paulatinamente gracias a las medidas represivas que la administración tomaba
frente a la prensa crítica, mientras muchas otras fuentes informativas fueron
cooptadas como parte de la prensa oficial. En este periodo se inauguró una
nueva forma de represión contra la prensa, hasta entonces desconocida: la
eliminación por presión económica. La prensa empezó a concebirse como empresa,
se inició el abaratamiento y la popularización real del periódico” [8].
Al
iniciar el siglo XX ya se gesta la lucha revolucionaria por los hermanos
Enrique, Ricardo y Jesús Flores Magón:
“…Fue
justamente en el periodismo donde surgieron las principales ideas y conceptos
que los llevaron a posteriormente formar el Partido Liberal Mexicano(...)
Los
Hermanos Flores Magón participaron activamente en la actividad periodística,
cada día orientándose a fomentar una corriente política crítica y subversiva en
contra del régimen de Díaz. En este contexto es cuando lograron establecer el
periódico Regeneración y a su vez
comenzaron a participar en la edición de el periódico El hijo de El Ahuizote, ambos censurados por parte del gobierno de
Porfirio Díaz.
Su
participación fue la muestra más clara de cómo la prensa libre durante la
última etapa del Porfiriato fue una de las armas fundamentales para el
debilitamiento del régimen y su posterior caída. Durante esta etapa de lucha
política-periodística los Hermanos Flores Magón fueron encarcelados en varias
ocasiones, siendo finalmente expulsados del país en 1904 [9].
La
Revolución Mexicana de 1910 provocó un ejercicio periodístico ambiguo, ya que
fue un entretejido de elementos propagandísticos mezclados con información de
la crisis política y social que vivía el país. ”Los jefes de las facciones
revolucionarias tuvieron la urgencia de difundir sus programas políticos y
lograr su aceptación entre la opinión pública. Este objetivo le dio sustento a
diarios como Nueva Era de Madero y El Pueblo de Carranza”.[10]
De
1910 a 1940 ocurrió que:
“Las
características de la prensa en estos tiempos fueron muy específicas. Por un
lado, se consolidan los diarios modernos. Trabajó una nueva generación de
periodistas que vivió muy joven la revolución de 1910. El gremio de los
periodistas logró organizarse temporalmente en sindicatos y asociaciones que
protegieron sus intereses. Parte de la prensa pasó a manos de los trabajadores
o a líderes surgidos de los ejércitos revolucionarios, y los estratos populares
de la población pudieron gozar de este medio como un canal de expresión y de participación
en la esfera pública.”[11]
Así,
llegamos al ascenso a la presidencia de Plutarco Elías Calles en 1924, el
mandato del presidente Calles fue marcado principalmente por su hostilidad y
enemistad con la Iglesia Católica, y en cuanto al ejercicio periodístico marcó
un severo retroceso en el camino hacia la apertura.
De
esta etapa en la historia de México leemos que:
“La
cerrazón del régimen se agudizó durante la crisis entre la Iglesia y el Estado,
en la cual se confrontaron los principios radicales del gobierno revolucionario
con los valores conservadores católicos de la sociedad. De este choque emergió
el movimiento cristero y la guerra civil que cimbró a México entre 1926 y 1929.
El gobierno de Calles recurrió a la represión directa y violenta de las voces
que disentían con el perfil de su gobierno. La contención oficial abarcó todas
sus posibles formas, desde la censura, el destierro, la persecución, el juicio
y el encarcelamiento, hasta la desaparición física de periodistas y escritores
católicos.
El
hecho de que este conflicto se originara en el terreno ideológico, en el plano
de las creencias, pero deviniera en una guerra armada, dio pie a que el Estado
pretextara la validez de su furiosa reacción. En su lógica, no se atacaba la
libertad de expresión, sino el sustento escrito de un ejército apoyado por la
Iglesia que atentaba contra el proyecto revolucionario y la seguridad nacional.”[12]
Quienes
más padecieron las estrategias silenciadoras del régimen fueron los editores y
escritores de la prensa opositora católica. Entre ellos estaban editorialistas
y periodistas que tenían una presencia importante en diarios con influencia
pública como Eduardo Pallares, Jesús Guiza y Acevedo y José Elguero, que
escribía en Excélsior, y fueron desterrados.
“También
sufrieron una fuerte represión los responsables de publicaciones más
panfletarias como Gladium (Guadalajara) y Desde mi Sótano (Aguascalientes).”[13]
Así,
podemos hablar de los primeros tabloides y revistas con contenido periodístico
pero con tintes de propaganda como: “El
Nacional (1929), órgano del partido oficial; El Machete (1924), dirigido colectivamente por Diego Rivera, David
Alfaro Siqueiros y Xavier Guerrero; El
Popular (1938) órgano de la Conferencia
de Trabajadores de México (CTM) dirigido por Vicente Lombardo Toledano,
cuya intención era conectar a estos partidos e instituciones con las masas”[14].
Otro
importante tipo de publicaciones muy populares fueron:
“La
Prensa, (1928); Sucesos, (1933); Últimas Noticias (1936), que surgió de Excélsior. Roto-foto que tenía la
intención de desmitificar y desacralizar la imagen de los políticos. Esta
revista terminó distanciada del régimen con un reportaje gráfico sobre
Saturnino Cedillo. Como consecuencia y haciendo eco de las prácticas callistas,
el Comité de Lucha contra la Prensa
Reaccionaria de la CTM incendió los talleres de la revista. Estos
tabloides, además de tener un rápido éxito económico, lograron grandes tirajes
y una conexión más directa con los lectores.”[15]
[1]
El Despertador Americano
Fecha de consulta: miércoles 4 de julio 2018
[2]
Ídem.
[3]
Novela satírica sobre un personaje pintoresco de origen popular, Pedro
Sarmiento, alias “el Periquillo Sarniento”, sus venturas y desventuras, su vida
y su muerte, todo lo cual transcurre a finales de la dominación española en
México. La novela tiene un elevado valor testimonial, y según el escritor y
filósofo español Fernando Savater: “En el fondo, los malos y malditos de esta
novela contribuyen a divertirnos y entretenernos”.
Sus tres primeros tomos aparecieron en 1817, mientras
que el cuarto fue censurado por criticar la esclavitud. No se publicaron
completos hasta 1830, ya muerto el autor, pues durante el virreinato estaba
prohibido leer ciertas obras de ficción (aunque circulaban clandestinas),
porque se consideraba que fomentaban un uso «ocioso» de la imaginación y el
pensamiento, y en especial por su repercusión en la crítica social.
El Periquillo Sarniento muestra el folclore y las
tradiciones mexicanas, las picardías de este pintoresco personaje, y el apogeo
colonial mexicano.
[5]
“Correo Americano del Sur”. Senado de la República. Archivado desde el original
el 29 de octubre de 2013. Consultado el 29 de junio del 2018.
[6]
Hernández Fuentes, Miguel. Conceptos de
temporalidad en la prensa conservadora y del Segundo Imperio en México, 1848 –
1867. Universidad de Guanajuato. Guanajuato, Guanajuato, México. Agosto
2015
[7]
Ob. Cit.
[8]
Apreza Salgado, Socorro. “La formación libre de la opinión pública u opiniones
públicas en la Revolución Mexicana: más cerca del engaño que de su
aseguramiento”. UNAM.
[9]
Maldonado, Benjamín. (1997). Magonismo y
movimiento indígena en México. Editorial Paidos.
[12]
Ídem.
[13]
Ídem.
[14]
Ídem.
[15]
Ídem.
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