jueves, 19 de diciembre de 2013

La maestra más joven de El Salvador

¿DE VERDAD LOS USUARIOS DEL METRO FOMENTAMOS EL AMBULANTAJE? Por Carlos Bernal Romero

Me  gustaría  tener  una  mamá  ambulante

Pinocho

Las  actuales  Autoridades  tanto  del  Metro  como  del  Distrito Federal  han  resultado  tan  caraduras,  que  además  de  subirnos  dos pesos  el  boleto  y  no  quitar  a  los  vendedores  ambulantesmediante  un  letrero,  nos  quieren  dar  a  entender  que:

LA  GENTE
FOMENTA  EL  AMBULANTAJE

Entonces:

Ahora  nos  acusan  que:

¡Los  usuarios  somos  los  culpables  de  que  haya  ambulantes  en  el  Metro!

miércoles, 18 de diciembre de 2013

Edward Snowden: Carta abierta al pueblo de Brasil, texto completo



Nota: Esta carta se hizo pública en diversos sitios web, El Abogado del Diablo la publica en apoyo a su dibulgación. El subrayado es nuestro: 

Seis meses atrás, emergí de las sombras de la Agencia Nacional de Seguridad (NSA) de los Estados Unidos para pararme frente a la cámara de un periodista.

Compartí con el mundo pruebas de que algunos gobiernos están montando un sistema de vigilancia mundial para rastrear secretamente cómo vivimos, con quién conversamos y qué decimos.

Me paré delante de aquella cámara con los ojos abiertos, consciente de que la decisión me costaría mi familia y mi hogar, y que además colocaría en riesgo mi vida. Lo que me motivaba era la idea de que los ciudadanos del mundo merecen entender el sistema dentro del cual viven.

Mi miedo más grande era que nadie escuchara mi aviso. Nunca antes estuve tan feliz de haber estado tan equivocado. La reacción en ciertos países viene siendo especialmente inspiradora para mi, y Brasil es uno de ellos, sin dudas.

En la NSA fui testigo, con creciente preocupación, de la vigilancia de poblaciones enteras sin que hubiera cualquier sospecha de actos criminales. Esa vigilancia amenaza volverse el mayor desafío a los derechos humanos de nuestros tiempos.

La NSA y otras agencias de espionaje nos dicen que, por el bien de nuestra propia “seguridad”, en nombre de la “seguridad” de Dilma, en nombre de la “seguridad” de Petrobras revocaron nuestro derecho a la privacidad e invadieron nuestras vidas. Y lo hicieron sin pedir permiso a la población de ningún país.

Hoy, cuando una persona carga un teléfono celular en São Paulo, la NSA puede rastrear dónde uno está, y lo hace: hace eso 5000 millones de veces por día con personas del mundo entero.

Cuando una persona en Florianópolis visita un sitio en Internet, la NSA mantiene un registro de cuándo eso sucedió y de lo que uno hizo. Si una madre en Porto Alegre llama por teléfono a su hijo para desearle suerte en un examen, la NSA puede guardar el registro de la llamada por cinco años o más.

La agencia llega a guardar registros de quien tiene una relación extramatrimonial o visita sitios de pornografía, en caso de que precisen ensuciar la reputación de esas personas.

Senadores de Estados Unidos nos dicen que Brasil no debería preocuparse, porque eso no es “vigilancia” sino “recolección de datos”. Dicen que hacen eso para mantener a las personas seguras Están equivocados.

Existe una gran diferencia entre programas legales, espionaje legítima, actuación policial legítima, en donde individuos son vigilados porque se tiene una sospecha razonable sobre ellos, y esos programas de vigilancia en masa para la formación de una red de informaciones, que colocan poblaciones enteras bajo una vigilancia omnipresente y guardan copias de todo para siempre.

Esos programas nunca fueron motivados por la lucha contra el terrorismo: son motivados por espionaje económico, control social y manipulación diplomática. Por la búsqueda de poder.

Muchos senadores brasileños están de acuerdo y pidieron mi ayuda con sus investigaciones sobre la sospecha de crímenes cometidos contra ciudadanos brasileños.

Expresé mi disposición a ayudarlos cuando fuera apropiado y legal, pero infelizmente el gobierno de Estados Unidos viene trabajando arduamente para limitar mi capacidad de hacerlo, llegando al punto de obligar a que el avión presidencial de Evo Morales aterrizara para impedirme de viajar a América latina.

Hasta que un país me conceda asilo político permanente, el gobierno de Estados Unidos va a continuar interfiriendo con mi capacidad de hablar.

Seis meses atrás, revelé que la NSA quería escuchar al mundo entero. Ahora el mundo entero está también escuchando y hablando. Y a la NSA no le gusta lo que está oyendo.

La cultura de la vigilancia mundial indiscriminada, que fue expuesta a debates públicos e investigaciones reales en todos los continentes, está colapsando.

Solo tres semanas atrás, Brasil lideró un Comité de Derechos Humanos de las Naciones Unidas para reconocer, por primera vez en la historia, que la privacidad no termina donde la red digital comienza y que la vigilancia en masa de inocentes es una violación de los derechos humanos.

La marea cambió y finalmente podemos visualizar un futuro en donde podamos disfrutar de la seguridad sin sacrificar nuestra privacidad.

Nuestros derechos no pueden ser limitados por una organización secreta, y autoridades americanas nunca deberían decidir sobre las libertades de los ciudadanos brasileños.

Incluso los defensores de la vigilancia de masas, aquellos que tal vez no estén convencidos de que las tecnologías de vigilancia ultrapasaron peligrosamente los controles democráticos, hoy están de acuerdo en que, en democracias, la vigilancia del público tiene que ser debatida por el público.

Mi acto de consciencia comenzó con una declaración: “No quiero vivir en un mundo en que todo lo que digo, todo lo que hago, todos con los quien hablo, cada expresión de creatividad, de amor o de amistad sea registrada. No es algo que estoy dispuesto a apoyar, no es algo que estoy dispuesto a construir y no es algo bajo lo cual estoy dispuesto a vivir”.

Días más tarde, fui informado de que mi gobierno me había convertido en un apátrida y que quería encarcelarme. El precio de mi discurso fue mi pasaporte, pero estoy dispuesto a pagarlo nuevamente: no seré yo el que ignore la criminalidad en nombre de la comodidad política. Prefiero no tener nacionalidad a perder mi voz.

Si Brasil escucha solo una cosa de mí, que sea la siguiente: cuando todos nos unimos contra las injusticias y en defensa de la privacidad y de los derechos humanos básicos, podremos defendernos hasta de los más poderosos sistemas. FOLHA

Fecha de publicación original: Martes 17 de diciembre de 2013 
Fecha de consulta: miércoles, 18 de diciembre de 2013

LOS DOCUMENTALES MEXICANOS DE PIPA Y GUANTE Por Carlos Bernal Romero

Para  Natalia Beristáin  Egurrola
La  mejor  directora  mexicana  de  los  últimos  20 años

Un  documental  sobre  mi  vidaduraría  cinco horas
Fidel  Alejandro  Castro  Ruz

Hasta  el  jueves  19 de diciembre  se  habrán  estrenado  en  salas  comerciales  del  Distrito Federal  y  balnearios  circunvecinos:

56 películas  mexicanas

50  de  ficción  y  seis documentales

Con:

NO QUIERO DORMIR SOLA
(NATALIA BERISTÁIN  EGURROLA  2013)

Como  la  mejor  película  del  año,  son  sin embargo,  los  documentales  los  que  han  dado  la  cara  por  el  Cine Mexicano  en  el  2013.

De  estos  seis  tenemos:

Tres excelentesuno bueno  y  dos regulares

Por  orden  de  exhibición  son:

VUELVE A LA VIDA
(CARLOS HAGERMAN  N.  2010)
REGULAR

LAS SUFRAGISTAS
(ANA CRUZ  N AVARRO  2011)
BUENO

MIRADAS MÚLTIPLES
(EMILIO MAILLÉ  ITURBE  2011)
EXCELENTE

EL PACIENTE INTERNO
(ALEJANDRO SOLAR  LUNA  2012)
EXCELENTE

AZUL INTANGIBLE
(ERÉNDIRA VALLE   PADILLA  2011)
REGULAR

QUEBRANTO
(ROBERTO FIESCO  TREJO  2012)
EXCELENTE

Traten  de  ver  los  documentales  excelentes  porque  además  de  la  calidad  de  la  historia  que  nos  cuentan,  es  una  clase  de  cine  de  la  forma  que  debe  hacerse  una  cinta  como  las  mencionadas.

En  ellas  nos  enseñan  las  dos  principales  lecciones  para  los  que  quieran  realizar  uno:

El  documentalista  no  debe  verse  ni  oírse

Lo  importante  es  el  tema  no  el  director

Entonces  junto  No quiero dormir sola  de  la  talentosa  Natalia Beristáin  en  el  2013:
         
Los  documentales  dieron  la  cara  por  el  Cine Mexicano.

martes, 17 de diciembre de 2013

Nelson Mandela: la grandeza de un espíritu libre por Hilda Varela Barraza(1)

Nota: Este artículo El Abogado del Diablo lo retoma en apoyo a su divulgación. El subrayado es nuestro 

El 5 de diciembre de 2013, a los 95 años, falleció Nelson Mandela en Johannesburgo, Sudáfrica. La noticia fue ampliamente difundida a nivel mundial, pero realmente muy poca gente sabe quién fue realmente ese hombre extraordinario, ese hombre de lucha y la gran pérdida que su muerte significa para la humanidad. También puede resultar incomprensible que los sudafricanos que lo amaron lo despidan con júbilo.

Mandela nació el 18 de julio de 1918, en un pequeño poblado de Transkei en la entonces Unión Sudafricana, un dominio autónomo del Imperio Británico en el cual la minoría blanca –cuyos líderes políticos y religiosos históricamente manejaron un discurso de odio hacia la población africana-  tenía derecho de voto, mientras que casi el 80 por ciento de la población –de piel negra- carecía de todos los derechos, incluso los más básicos. De acuerdo con una milenaria concepción teológica, vigente en Sudáfrica por lo menos hasta los años ochenta, la gente negra es inferior a los blancos en todos los aspectos, incluso el moral, como “obra divina” (sic). Debemos recordar que la explotación racista en Sudáfrica data del siglo XVII.

Mandela pasó sus primeros años en una zona rural, realizando tareas del campo. Miembro de la familia real del grupo étnico thembu (de ahí su título honorifico de Madiba), en medio de las colinas del Transkei, forjó su espíritu libre como el aire de las colinas. Creció como un joven orgulloso de sus raíces, y de sus mayores aprendió la historia y la cultura de su pueblo. Fue educado en escuelas de misioneros, a la “manera occidental”, y desde esa época se distinguió por su gran inteligencia, por su memoria, por su interés por aprender y leer, pero sobre todo por un extraordinario sentido de dignidad, de amor a la vida y por un incipiente estímulo de lucha en contra de la injusticia social.

Su carrera política inició en la década de los cuarentas, cuando emigró a Johannesburgo, en esa época “ciudad de blancos”, para seguir estudiando y trabajando para sobrevivir. Ingresó al Congreso Nacional Africano (conocido como ANC, por sus siglas en inglés), que buscaba de manera pacifica el reconocimiento de los derechos básicos de la población negra. A corto plazo se reveló como un líder juvenil, con un gran carisma y con convicciones sólidas, fundando la que fuera la primera Liga Juvenil del ANC, favoreciendo su radicalización con la incorporación a sus filas de los sectores obreros negros, los más explotados por el sistema.

En esa misma década de los cuarentas fue electo, por la minoría blanca, un gobierno que polarizó aun más a la sociedad local, con un discurso exacerbado e incoherente de odio racial. Se dio al sistema y a la ideología dominante el nombre en lengua afrikáner de apartheid. Tanto el sistema como las leyes de explotación racista fueron fortalecidos, e invalidados cada vez mas los escasos espacios de participación para los africanos.

Mandela logró ser admitido en una de las universidades sudafricanas con mayor prestigio –en donde convivió con intelectuales blancos contrarios a la explotación racista, quienes años más tarde jugarán un papel importante- y obtuvo el título de abogado. En varias ocasiones fue enjuiciado por su actividad política, pero el año de 1960 fue decisivo: una manifestación de protesta de gente negra desarmada fue reprimida por la policía con armas de fuego, y fueron asesinadas decenas de personas. La noticia de la matanza se difundió por todo el país, a pesar de las prohibiciones, y a corto plazo estallaron protestas en todo el país, lo que generó una inestabilidad política sin precedentes que trajo el pánico entre los socios occidentales del régimen racista.

En 1961, el gobierno de minoría blanca declaró la República de Sudáfrica. Ante las protestas, la respuesta oficial fue la represión, se prohibió a las dos organizaciones que representaban a la población negra (incluido el ANC) y muchos de sus militantes fueron asesinados, apresados, salieron al exilio o tuvieron que optar por la clandestinidad, lo que hizo Mandela.

En 1961 –como más tarde él mismo lo explicó- Mandela se dio cuenta que eran inútiles todas las formas pacíficas para convencer al régimen de la necesidad de reconocer los derechos de la gente negra. Mandela decidió crear un pequeño grupo armado –más tarde reconocido por el ANC como su brazo armado- para llevar a cabo actos de sabotaje. Con la finalidad de recibir entrenamiento militar y de dar a conocer la realidad  de la población negra en Sudáfrica, Mandela salió del país sin permiso –lo que era un delito- para visitar varios países africanos y europeos. A su regreso a Sudáfrica fue arrestado. Poco después la policía descubrió pruebas de que Mandela creó un brazo armado y fue sometido a un segundo juicio, esta vez por traición al régimen.

En el contexto de la Guerra Fría, el régimen del apartheid presentó a Mandela como un terrorista, comunista y contrario a los “valores de la civilización occidental” (sic). Con la presencia de periodistas de diferentes partes del mundo en el juicio, el joven abogado Mandela asumió su defensa, en un discurso que conmocionó a gran parte de la población sudafricana y a amplios sectores de la opinión pública internacional: el mundo empezó a conocer la magia de Mandela y su espíritu libre, decidido a lograr el reconocimiento de la dignidad humana de la gente negra. Mandela fue condenado a prisión perpetua.

En los años ochenta estalló la que fue la tercera gran ola de protestas populares en contra del apartheid. En medio de altos niveles de violencia, el Estado se volvió ingobernable, surgió el pánico en círculos económicos y financieros y la élite blanca, antes unida, sufrió fracturas irreconciliables.

Tanto entre la clase media blanca como en la incipiente clase media africana se registraron cambios cualitativos trascendentes. 

Al tiempo que sudafricanos blancos  empezaron a cuestionar el milenario discurso de odio racial y que surgió una nueva generación de sudafricanos negros, la economía -antes próspera- se hundió en una crisis difícil de superar, entre otros aspectos, ante la creciente pauperización de los negros –que no tenían capacidad económica en el mercado interno-, la escasez y encarecimiento de la mano de obra calificada y la imposibilidad de exportar productos sudafricanos hacia su mercado natural (África), debido a las sanciones impuestas en su contra.

En ese contexto, el régimen se vio obligado a liberar a los presos políticos, entre ellos Mandela, a permitir el regreso a la legalidad de numerosas organizaciones que habían sido proscritas y a iniciar un difícil proceso de negociación, con la participación de todas las fuerzas políticas sudafricanas.

Los 27 años de maltrato, aislamiento y de injusticia que vivió Mandela en la cárcel no lograron doblegar su espíritu libre, al contrario, se acrecentó su convicción por recuperar la dignidad de la población africana. Salió de la cárcel sin deseos de venganza, convencido de que la reconciliación entre todos los sudafricanos era vital, y la magia de la sonrisa del Mandela anciano cautivó a todo el mundo.

Fue el primer presidente de piel negra en Sudáfrica (1994-1999), electo por voto popular, y recibió el Nobel de la Paz, pero siguió siendo el hombre sencillo y humanista que se forjó en las colinas de Transkei. En ese cargo y después desde su retiro oficial de la política, continuó su lucha en contra de todas las formas de injusticia social y en favor de la solución pacífica de los conflictos dentro y fuera de África, expresando su indignación por las condiciones de pobreza en las que sigue viviendo gran parte de la población negra en Sudáfrica y cuestionando la humanidad de aquellos que le dan la espalda al problema del sida.

Siempre fue un hombre de lucha y de principios, pero nunca fue violento –ni cuando tuvo que aprender a usar armas de fuego- y siempre fue contrario a cualquier discurso de odio, incluso en contra de los enemigos históricos de los africanos.

Nelson Madiba Mandela nos hereda su indómito espíritu de libertad. Como dijo hace varios años la escritora sudafricana Nadine Gordimer, Mandela es el mejor regalo que Sudáfrica ha dado al mundo. Los sudafricanos agradecen a Madiba su lucha por un mundo un poco menos injusto y reconocen que tenía derecho a descansar. 

Hasta siempre Madiba.


(1) La autora, directora del Centro de Estudios de Asia y África del Colegio de México, recorre cada etapa de la vida de Nelson Mandela, desde las colinas donde “forjó su espíritu libre” hasta el descanso que, paradójicamente, celebran los sudafricanos.

Posteado por:  Fabbia el 8 de diciembre del 2013 
En:  África, Geografía,Reportajes,Reportajes. Internacional,Sudáfrica 
Articulo encontrado en: "Desinformémonos": http://desinformemonos.org

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Fecha de consulta: martes 17 de diciembre 2013