A partir de la crítica de la Escuela de Frankfurt y sobre todo en la teoría de la Industria Cultural realizaré el análisis de la telenovela como producto de la industria cultural.
Citaré casos específicos, como la historia de Televisa “Mañana es Para Siempre”[1].
Pero hablaré en general del género dramático en televisión, el cual sigue repitiendo los mismos patrones que Max Horkheimer analizó de los productos que genera el capitalismo.
La teoría crítica de la
Escuela de Frankfurt realiza un fuerte análisis respecto al sistema social que
viven los seres humanos, ya que para esta corriente filosófica “la sociedad se puede comparar con
mecanismos no humanos. Este mundo no es el del hombre, sino el del capital”[2]
Según Max Horkheimer el
cine, la radio y las revistas
constituyen un mismo sistema [3]
ya que se convirtieron en industrias en pro de los mismos sistemas económicos
que se promueven en sus mismos productos (programas), los cuales ayudan a
reforzar las mismas ideologías que deben
legitimar la porquería que producen deliberadamente [4]
.
Y
es que a pesar de que el “boom” de la TV
no estuviera presente en el pensamiento de Adorno o Horkheimer, queda ahora
como “anillo al dedo” sus críticas sobre la industria cultural para la TV y sus
programas.
Ellos argumentaron que el
consumidor de entretenimiento no quiere y no puede esforzarse en el análisis, (por
ejemplo, de una película), porque ésta misma está diseñada para que no haya
tiempo en el análisis pues el espectador perdería el hilo de la secuencia.
Encontré en la
industria de las telenovelas, (como también lo hubiera encontrado en la
industria automotriz, en la refresquera o en la industria del vestido) el
engaño de lo “aparentemente variable”, que crítica Horkheimer. Según el cual la
supuesta innovación, originalidad, dinamismo de lo nuevo es, en la industria
cultural, sólo aparente, pues es sólo el movimiento del ritmo de producción
mecánica que garantiza que nada cambie, que no surja nada sorprendente.
Porque es el repetir de
los obreros lo que provoca que salgan miles de modelos de automóviles, es
trabajo constante de las empresas las que nos proporcionan “nuevos refrescos”,
y es el constante cambio en el mundo del diseño quien nos dice “qué está de moda” pero, ¿aunque
pasen los años, no sigue siendo el mismo carro, refresco y vestido? En el
estricto sentido del producto sí, aunque nos “vendan la idea” de que ahora son
nuevos por estar hechos con avances en
lo tecnológico e industrial.
Según el crítico de
telenovelas del periódico Milenio, Álvaro Cueva, “Mañana es Para Siempre” (lo
abreviaré como MPS más adelante) vuelve a ser como “Cuna de Lobos” en los ochenta. Y es que la telenovela que más
rating tuvo en la historia de México [5],
surgió después del terremoto de 1985, en plena crisis económica (que dio inicio
en 1982), esto para el columnista de Milenio fue el contexto social perfecto
para que fuera vista por millones de mexicanos. [6]
Cueva dice que en 1986,
año que surge “Cuna de Lobos”, la sociedad estaba realmente enojada con el
gobierno por como había respondido tardíamente a la ayuda de la sociedad tras el
terremoto, estaba igualmente molesta por la alza de precios y por ser la
generación viva de 1968, quien todavía seguía presenciando la injusticia
social.
Estos factores, para
Cueva hicieron que “Cuna de Lobos” canalizara ese odio social a la primera villana
protagonista, Catalina Creel, quien hacía que con sus asesinatos el pueblo
descargara tanto odio.
Según Cueva, este es la
teoría por la cual MPS tuvo éxito en el año 2008, pues México venía del enojo del supuesto fraude electoral del 2006, de
una división social, y se estaba viviendo la crisis mundial que ya lastima
al mexicano [7].
En MPS el primer
crédito es para la actriz Lucero quien ahora asesina, conspira, miente, intriga
como lo hizo Catalina Creel en su época.
Así telenovela, tras
telenovela, “será la misma burra no mas que revolcada”, la industria de las
telenovelas genera en la sociedad la válvula
de escape perfecta para que amas de
casa y trabajadores canalicen sus frustraciones, odios y sueños rotos.
En MPS, como en las
demás telenovelas, la protagonista “buena” recibe
sus golpes, igual que en la vida real los desdichados, y así los televidentes aprenden a habituarse a
sus propios golpes. [8]
Sin embargo la
telenovela tiene un doble mensaje ya que es por un lado aspiracional, pero por
el otro le recuerda al telespectador que:
“No
a todos debe llegar a la fortuna, sino aquel que se saca el número premiado o
mas bien a aquel que ha sido designado por un poder superior, normalmente por
la misma industria de la diversión…La pequeña estrella debe simbolizar a la
empleada, pero de tal forma que para ella, a diferencia de la verdadera
empleada, el abrigo de noche parezca hecho a la medida. [9]”
El caso perfecto se
encuentra en la actriz de telenovelas Thalia quien personificó, al igual que
otras en su momento, a la “María bonita” quien al final encuentra el amor casándose
con un millonario, el final se justifica evocando a la justicia, ya que ¿no es esto justo para una mujer honesta,
trabajadora, linda que sufrió en toda la
historia?, pero la realidad nos dice otra cosa, ¿cuántas mujeres con el cuerpo
de Thalia hay en México?
Es que la TV reforzó la
idea de que “el cuerpo y la carne fresca vende” Horkheimer criticaba esto, argumentaba que la industria cultural refuerza la ilusión de
tener, aunque sea ilusoriamente, la idea de erotismo.
Hoy difícilmente
alguien se atrevería a sacar al aire a una protagonista fea, gorda o deforme,
al menos, como ya sea hecho, se transforma a la actriz al final para casarse con
el príncipe azul.
Con el "ruido" que se le hizo a la actriz oaxaqueña Yalitza Aparicio, en México, tardaremos siglos para
que Televisa nos ofrezca una protagonista con ascendencia y rasgos
indígenas.
La telenovela se
convirtió en una industria para la industria, se graba de sol a sol, se hace
trabajar a los actores, maquillistas,
camarógrafos, utileros, como obreros, pues sus jornadas de trabajo rebasan las
establecidas, de 7 de la mañana a 1 de la mañana del otro día, para después
citarlos a la siguiente jornada laboral en el mismo horario; claro que no es lo
mismo lo que gana Lucero a lo que gana su maquillista en MPS.
En MPS se promovió el consumo del “Pan
Bimbo”, ya que dentro de la historia sus personajes consumían dicho producto. Así se
comprueba una vez más que la industria
(de la telenovela) trabaja para la misma
industria (de consumo de alimentos).
En conclusión, La telenovela es un producto más sin
sentido de la industria cultural; porque repite patrones, ayuda a sentar
ideologías, evoca al sueño de pertenencia (el
de todos por llegar a escalar una posición más alta y una vida
social mejor), y al mismo tiempo al
conformismo, nos da por 60 minutos el “tranquilizante” a nuestro odio, deseo
sexual, y siempre mostrará la realidad ilusoria.
La telenovela se convirtió en el
producto mejor exportable de México, se fabrica
a marchas forzadas “por la fábrica de sueños”, producida por la mano de trabajadores para el consumo de los
trabajadores. Se programa en el horario nocturno para que el ama de casa, el
obrero, el trabajador en general , tenga su “recompensa” al final de cada
jornada laboral.
Es la telenovela una fuente de
diversión, la cual se convirtió al igual
que el cine, la radio, los comics en la excentricidad del circo.[10]
BIBLIOGRAFÍA
Horkheimer,
Max. Teoría
Tradicional y Teoría Crítica. Pág. 42 Editorial Paidos. Barcelona, 2000.
Horkhimer
Max y Theodor W. Adorno. La Industria Cultural. Ilustración como
engaño de masas. Dialéctica de la Ilustración. Pág. 166. Madrid, 2006
Instituto
Brasileño de Opinión Pública y Estadística. IBOPE. Año 2008
Cueva,
Álvaro. Columna; El pozo de. Los deseos
reprimidos. Suplemento ¡Hey¡, Milenio Diario. 23 de octubre 2008.
FUENTES
[1]
Primer episodio: 20 de octubre de 2008. Transmitida de Lunes a Viernes por el canal 2 de Televisa.
[3]
Nota: Todavía no existía la televisión cuando los fundadores de la Escuela de
Frankfurt comenzaron a criticar los sistemas sociales, económicos, políticos y
tecnológicos de la época.
[4]
Horkhimer Max y Theodor W. Adorno. La
Industria Cultural. Ilustración como engaño de masas. Dialéctica de la
Ilustración. Pág. 166. Madrid, 2006
[8]
Horkhimer Max y Theodor W. Adorno. La
Industria Cultural. Ilustración como engaño de masas. Dialéctica de la
Ilustración. Pág. 183. Madrid,
2006
[10]
Ídem. Pág. 180
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