domingo, 25 de septiembre de 2022

Réquiem por el Colegio Carnegie Por Ingrid Arriola

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Estudié un Bachillerato Tecnológico en Comunicación en el Colegio Carnegie (que se decía Bilingüe) ubicado en la calle de Huatusco número 9 en la colonia Roma Sur de la hoy alcaldía Cuauhtémoc

Un Bachillerato Tecnológico en Comunicación era lo que yo de adolescente buscaba, y aprendí que estos deben estar incorporados a la Dirección General de Educación Tecnológica Industrial (DGETI); cuando visitamos Fernando y yo las oficinas de esa dependencia educativa, uno de sus oficinistas afirmó:

“Miren, está el Instituto Paideia, el Centro de Comunicación Social (CECS), el Colegio Carnegie y el Bachillerato Tecnológico Plantel Xochimilco; ¡váyanse al CARNEGIE!” (Como dándonos a entender: “este es el menos pior”) 

Cuando llegamos a las instalaciones del Colegio nos recibió muy amablemente la directora Ángeles Gama. En su oficina, Ángeles nos pareció una mujer muy profesional y nos prometió la revalidación de estudios para llegar a inscribirnos al tercer semestre.

Todo parecía indicar que “el Carnegie” (como también le decían confianzudamente maestros, alumnos y empleados) era una escuela formal con gran calidad educativa y humana: alumnos uniformados en todos los niveles, cabina de Radio, inglés obligatorio con certificación “TOEFL”, Taller de Teatro, cámara profesional de televisión y salones decentes. Gran decepción.

“El Carnegie” era un negocio manejado por una mujer bipolar, inmadura, altanera, infeliz, corajuda, vengativa y berrinchuda. La licenciada Ángeles (como a ella le gustaba que la nombraran) no pagaba a tiempo los servicios de sus maestros, por lo menos, eso nos percatamos en el nivel bachillerato.

Y es que en esta escuela había de todos los niveles; desde Kínder, y la directora tuvo la osadía de meter primaria, secundaria y bachillerato en un solo edificio de 100 metros cuadrados. 

Los exámenes extraordinarios de aquella época (año 2002) los cobraban en $500 MXN. Yo me aventé 10 al mismo tiempo.

Muchos no quisieron dejar el Carnegie porque el Plan de Estudios los ataba, si querían cambiarse de escuela tendrían que comenzar de nuevo o revalidar materias en alguna institución incorporada a la misma DGETI. Unos valientes lo hicieron y decidieron incorporarse a una preparatoria con plan UNAM y volver a empezar.

Un de los puntos malos era el señor Galván; que, como guardia de Alcatraz, celador de Santa Martha Acatitla y perro guardián del infierno, con reloj en mano, te impedía la entrada si llegabas un minuto tarde. Galván era el prefecto más odiado de la Ciudad de México.

Pero pasemos ahora a tocar algunos puntos buenos, que claro, el Carnegie los tenía:

Hablemos sobre su la planta de maestros del bachillerato (que creo que es lo que realmente importa en una escuela).

Ángeles tuvo la suerte de contar en esa época con un buen equipo de profesores que hoy recuerdo con cariño:

Llega a mi memoria a la profesora Irma Salazar Frías de la materia de “Televisión”; ella nos daba clases por la mañana y en la tarde acudía al Canal 11 a editar películas extranjeras. 

Irma Salazar fue, sin duda, la mejor maestra de televisión que pudo haber tenido un preparatoriano con hambre de triunfo en los medios. Egresada de la UNAM, ella nos enseñó historia, tecnicismos y conceptos televisivos; y no sólo fue teórica, en la práctica, la maestra hizo que manejáramos la cámara y la edición tan fácil, sencillo y alegremente como un niño jugaba con la consola de Mario Bros. Sí, Irma era un lujo, una maestra que cualquier alumno de cualquier universidad mexicana envidiaría si quisiera alcanzar un buen nivel en lo que respecta al medio electrónico más importante. 

En mi paso por la Del Valle de México, en la licenciatura de Periodismo, me daría cuenta la excelente profesora que fue Irma Salazar.

También en la planilla de profesores estaba Luis Avendaño quien nos dio “Radio”. Él era un chavo-ruco buena onda que al mismo tiempo trabajaba en Televisión Educativa.

Teníamos también al profesor Macías de “Diseño” que, entre otras cosas, nos puso a bocetear, editar y publicar una revista, en esta pude PLASMAR MI ENTREVISTA CON CRISTINA PACHECO. (GRACIAS A LA MAESTRA IRMA QUE ME DEJÓ ENTRAR EN LAS INSTALACIONES DE CANAL ONCE).

Vienen a mi mente los distintos profesores de inglés con buena metodología de enseñanza que nos colocaron en un buen nivel. (Todo lo único que sé de inglés se lo debo a ellos). 

La profesora de Filosofía, de la cual no recuerdo su nombre, pero sí que se parecía mucho a Chayito Robles (la exjefa de Gobierno) nos tenía mucha paciencia y, cuando nos encomendaba leer un texto, siempre lo hacía discriminatoriamente, es decir que nos ponía a leer textos de acuerdo con el nivel de cada alumno. (Yo leí “Godmundo y Narciso” mientras otra compañera “El Principito”).

Y cómo no recordar al profesor Carlos Bernal quien nos dio Ciencias Sociales, Historia de México, Redacción y Ortografía. El profesor Carlos siempre ponía epígrafes en el pizarrón. En la última sesión, para despedirnos, se atrevió a escribir:

“Aplaudan, la comedia ha terminado”.

Recuerdo como si fuera ayer el cómo Bernal nos daba su clase: 

Él primero exponía el tema y después nos ejercitaba la mente y la escritura, haciendo que en nuestros cuadernos redactáramos un ensayo con nuestro punto de vista de lo que acabáramos de oír, ya sea de los presidentes de México, de la Revolución Mexicana, del Papa o del General Felipe Ángeles. (Una pedagogía tipo Montessori, porque por medio de la escritura uno aprende a argumentar).

Recuerdo que mi compañera Alejandra (a la que apodábamos “La negra sabrosa”) escribía: “yo opino”, “en mi opinión personal”, “yo creo que”, “yo digo”, “yo pienso”. Y el profesor la corregía de que no era necesario escribir eso, pues era obvio que era su opinión.

Y fue cuando llegué a la licenciatura de Periodismo que agradecí que en el Carnegie escribí mucho. Me di cuenta que son pocas las escuelas, en todos los niveles, que ponen a escribir a sus alumnos, y esto debe ser una constante, ya que en todas las universidades te pedirán trabajos escritos que argumenten ideas.  

Algunos sí nos tomábamos en serio la escuela, y una vez al año, alumnos, maestros y administrativos del colegio organizaban “La Semana de la Comunicación”, de ella nos salieron buenas ediciones y hasta un homenaje a Paco Stanley hicimos con la visita del propio hijo del conductor. 

Ahora contemos el acabose. 

La directora, que también era la dueña dejó de pagar a los maestros ¡y también la renta! En el año 2004 la desalojaron, rentó los departamentos de enfrente ¡para utilizarlos como aulas! (Una desfachatez) pero su final había llegado.

A la basura se fueron años de trabajo, en Kínder, Primaria, Secundaria y Preparatoria (y con ellos las colegiaturas). 

Hoy sé que nadie quiere recordar al colegio y mucho menos hacer contenido que documente su existencia. En Google nos damos cuenta de que no hay nada en los resultados cuando googleas “Colegio Carnegie”. Ni fotos, ni documentos, ni mucho menos testimoniales.

Pero vaya este modesto homenaje para honrar a sus héroes, profesores y alumnos, reconocer a sus trabajadores y dejar descansar en paz a sus villanos.

Hoy si algún melancólico escribe en el buscador “Colegio Carnegie” ya no habrá un vacío. Hoy estará un justo reconocimiento de los que pisamos su sueldo.

A mí me dejó una excelente preparación para hacer la comunicadora que soy:

Hice mis prácticas en TV Azteca, trabajé para Celeste Sáenz en el Club de Periodistas de México, fui la creadora y locutora de un programa de radio en EXA FM con Radamés de Jesús y “La Wanders Lover”. Después, conseguí mi propio programa, “La Carrilla”, siendo la titular y con transmisión simultánea en AM y por ADR Networks. He entrevistado a Benito Castro, Pedro Romo, Laura León, Alexander Acha, entre otras personalidades.

Soy orgullosa alumna de Gloria Mayo, Lolita Cortés y estoy siempre cerca de Katia de la Cuesta. Mi último trabajo fue en "La Academia-20 años".

Descansa en paz Colegio Carnegie. Para algunos fuiste una broma, para otros un tormento, quizás para pocos fuiste motivo de seguir estudiando algo relacionado a los medios (como mi amigo Miguel Erice quien se inscribió a Mercadotecnia), para otros solamente fuiste. 

Te dejamos tranquilo en tu tumba al lado de Ángeles, Hugo, Galván y Columba.

Dios te permitió una vida plena. Dios te haya perdonado tus pecados y estés en su Santa Gloria.


(1) CAPTURA DE PANTALLA tomada de la aplicación Google Street View online 2022.  

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