Para el Simplejo Cantinflas
Parece que se ha ido, pero no es cierto (1)
López Obrador al hablar de Salinas de Gortari
Hoy exactamente 100 años nació Fortino Mario Alfonso Moreno Reyes, que si revisamos como se llamaba su mamá, Soledad Guízar Reyes, su verdadero nombre es:
Fortino Mario Alfonso Moreno Guízar.
Pero con el interfeito eso es lo de menos. Lo que realmente nos interesa es el legado de buen humor y excelencia que nos dejó Cantinflas (2) y el de altruismo de Mario Moreno Guízar
Como el cine y la comicidad son cuestión de gustos es válido que a muchos no les gusten sus películas y prefieran a otros cómicos o comediantes como:
Tintán, Resortes, Joaquín Pardavé, Clavillazo, Piporro, Capulina y hasta Fernando y Andrés Soler
pero nadie puede negar la grandeza de este individuo individual
Todas sus cintas en blanco y negro y muchas a color, son la mejor muestra de lo que estamos hablando, porque al verlas, estamos observando a uno de:
Los mejores cómicos de todos los tiempos de la historia del cine mundial
Así es que con o sin gabardina, de peladito o anunciando la tarjeta de crédito Carnet y afirmando:
¡Va con mi personalidad!
Nos hizo reír como:
Bombero, fotógrafo, padrecito, peluquero, diputado, cartero, policía, mecanógrafo, burócrata…
y obviamente como torero, dicen los que lo vieron en vivo, que era mejor que el mismísimo Silverio Pérez Gutiérrez: El príncipe milagro.
Menos como barrendero (El barrendero 1981 de Miguel M. Delgado) porque tiene 70 años y se ve:
Viejo, lento y titubeante
Entonces hoy:
12 de agosto del 2011
a un siglo del nacimiento de uno de los mexicanos más universales que siempre nos recuerda todos llevamos un Cantinflas dentro, sólo podemos terminar como la portada de la revista Proceso No 860, publicada el 26 de abril de 1993, seis días después de su muerte y exclamar
Ay, Cantinflas
(1).- Frase del epitafio de Cantinflas
(2).- Según cuenla la leyenda, el apodo de Canfinflas, se debe que en su debut en una carpa, se puso tan nervioso que dijo puras incoherencias (cantinfleo). Entonces alguien desde luneta le gritó:
¡Cuánto inflas! (bebes alcohol) (que se te olvidaron tus diálogos)
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