Pero hoy, vivimos en un México muy diferente, donde las instituciones, los contrapesos, los medios de comunicación y las sociedad en general han sido hipnotizados por AMLO y su clan.
Su hijo Gonzalo, "Bobby", reparte contratos de balasto para el Tren Maya y no pasa nada; su hijo "Andy" teje una red para distribuir medicamentos y no pasa nada; su hijo José Ramón vive en la casa de un contratista de PEMEX y no pasa nada.
La corrupción descontrolada es el resultado de la pérdida de autonomía de las Fiscalías, de entregar el INE a Guadalupe Taddei, de ofrecer el Tribunal Electoral a Mónica Soto, de designar a Ministras de consigna como Yasmín Esquivel y Lenia Bratres, de asfixiar económicamente a los órganos autónomos, de no nombrar a los comisionados faltantes del INAI, de tener 72 nombramientos pendientes en el Tribunal de Justicia Administrativa y 2 nombramientos pendientes en el Tribunal Electoral.
La izquierda progresista apoyó al que "iba a meter al Ejército a los cuarteles", al que se atreve A NIVEL NACIONAL de llamar "hombre vestido de mujer" a un transexual. Las feministas apoyaron al que se victimiza primero. Los jóvenes votaron por el que iba a poner el litro de gasolina en $10 y los padres de niños con cáncer no se imaginaban que iban a sacrificar tratamientos en favor de un tren.
El país sigue con violencia porque los narcotraficantes saben que hoy pueden hacer lo que quieren.
Por esta y muchas cosas más, López Obrador pasará a la historia como el presidente de México que no fue tan humanista.
Los engañaron, los defraudaron, les prometieron que no habría corrupción ni impunidad, pero hoy estamos mucho peor que antes.
Lo realmente lamentable es que todo parece indicar que la sociedad civil no desea "dar el volantazo" y recomponer el rumbo.
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