domingo, 7 de diciembre de 2025

NO HAY PALABRAS PARA "LA DICHOSA PALABRA” Por Mayra Villanueva

Este programa de televisión es agradable y simple a la vez. 

El factor REAL de su éxito son sus conductores. Ellos NO buscan protagonismo. Están más allá del bien y del mal. No son “la pose” o el cliché del intelectual. No quieren agradar, sino comunicar ideas.

Pablo Boullosa, Laura García, Germán Ortega y Eduardo Casar no tratan de subir el nivel de la conversación para presumir sus conocimientos, sino que ellos se desenvuelven ante las cámaras como si estuviéramos en una clase de la UNAM

Cualquier televidente, más o menos letrado, sigue el hilo de sus dichosas explicaciones.

¡Tantos años al aire!  Se nota la experiencia. Se notan los estudios. Se nota la docencia. Se notan los años impartiendo clases de estos dichosos.

Y comprobado: NO les hacen falta Nicolás Alvarado.

Laura García es sorprendentemente más MEXICA que el nopal. Ella, además de su conocimiento literario, se sabe todas las referencias, costumbres, nombres y datos de este país; Laura PARECE una mexicana más. 

Pablo no desea ofender a la 4T, pero es tan inteligente que su sentido común termina por demostrar lo ridículo que es el empleo de “todas y todos” por parte de los políticos. La Dichosa Palabra es de lo poco que vale la pena de los medios públicos.

Estar EN VIVO le da siempre un sabor especial a cualquier producto en medios; como televidente, uno agradece ese “estar al aire en tiempo real”, porque te sientes acompañando. Los dichosos están con su audiencia los sábados por la noche, con un público que es mayoritariamente hogareño y que no va a alcoholizarse a los bares.

El programa tiene ritmo, porque en cuatro bloques cada panelista nos da la cátedra de un concepto. Su significado su historia, su uso y sus diferentes contextos. 

Obvio: Laura, Germán, Pablo y Eduardo ya vienen preparados; pero sus intervenciones nos resultan tan naturales y espontaneas que como receptores creemos que estamos viendo una tertulia de café.

Los demás elementos son congruentes con el perfil de La Dichosa Palabra: la escenografía es agradable. No busca demostrar alta cultura y sí una especie de minimalismo pop (si se nos permite inventar ese concepto); la tipografía e imágenes es siempre pensada en los adultos mayores que también gustan del programa; la musicalización de “cortinillas de entrada” y “salida” es acertada.

En 22 años este proyecto no ha perdido el rumbo. No ha habido necesidad de reinventarse. 

A los televidentes nos gusta que nos expliquen el origen de la palabra “cantinflear”, que nos recomienden a los mejores autores y sus obras. Que nos preguntes, que nos pongan a jugar, a ir a la tlapalería a pedir “herramientas para la imaginación”.

La Dichosa Palabra es tan buen proyecto que ha sido copiado en diferentes ocasiones. TV Azteca sacó al aire “El Refugio de los Conspiradores”: 

Un aburrido programa que en vez de hablar de literatura se enfocaba en un panel de historiadores.

Incluso la televisora del Ajusco se llevó a Pablo Boullosa y le dio un programa cultural los domingos por las mañanas por el canal 7.

Todo, como la mayoría de los proyectos que hace Azteca, fue tan efímero. Efímero como los matrimonios de Silvia Pinal.

Qué bueno que Canal 22 no ha dejado de perseverar con este proyecto. 

Ya con la 4T encima de todos los canales públicos son pocos los proyectos que no le chupan los huevos a los morenistas y sus aliados. Ya en este mismo espacio habíamos criticado a Canal Once y lo manchado que está por mostrar sumisión a AMLO. (1)

Y sí:

A este ensayo le faltan palabras para definir lo excelente que es LA DICHOSA PALABRA.


(1) Adame, Manuel. (1 de julio de 2019). "EL CANAL ONCE MUESTRA SUMISIÓN A AMLO". Abogado del Diablo. México. 

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