miércoles, 11 de enero de 2012

"CIENTO VEINTE MILLONES DE NIÑOS EN EL CENTRO DE LA TORMENTA" Eduardo Galeano

Este es el prólogo de Las Venas Abiertas de América Latina del periodista y escritor Eduardo Galeano. 




Un clásico de la literatura latinoamericana de los años ´70, es el mismo libro que el presidente de Venezuela Hugo Chavez le regaló a su homólogo Barack Obama en la V Cumbre de las Américas en el año 2009.

A pesar de que fue escrito por Galeano desde hace tres décadas su contenido (desgraciadamente) sigue vigente.

Si tienen tiempo y ganas, es una excelente lectura.


CIENTO VEINTE MILLONES DE  NIÑOS EN EL CENTRO DE LA TORMENTA
PRÓLOGO DE "LAS VENAS ABIERTAS DE AMÉRICA LATINA" (PRIMERA PARTE)
EDUARDO GALEANO     
( Las fotografías, el subrayado, las separaciones de párrafos, las letras en negrita son nuestras) 
                                                                                                                                                                                                   
La división internacional del trabajo consiste en que unos países se especializan en ganar y otros en perder. Nuestra comarca del mundo, que hoy llamamos América Latina, fue precoz: se especializó en perder desde los remotos tiempos en que los europeos del Renacimiento se abalanzaron a través del mar y le hundieron los dientes en la garganta.

Pasaron los siglos y América Latina perfeccionó sus funciones.

Este ya no es el reino de las maravillas donde la realidad derrotaba a la fábula y la imaginación era humillada por los trofeos de la conquista, los yacimientos de oro y las montañas de plata. Pero la región sigue trabajando de sirvienta. Continúa existiendo al servicio de las necesidades ajenas, como fuente y reserva del petróleo y el hierro, el cobre y la carne, las frutas y el café, las materias primas y los alimentos con destino a los países ricos que ganan consumiéndolos, mucho más de lo que América Latina gana produciéndolos. 


Son mucho más altos los impuestos que cobran los compradores que los precios que reciben los vendedores; y al fin y al cabo, como declaró en julio de 1968  Covey T. Oliver, coordinador de la Alianza para el Progreso, «hablar de precios justos en la actualidad es un concepto medieval. Estamos en plena época de la libre comercialización...» 

Cuanta más libertad se otorga a los negocios, más cárceles se hace necesario construir para quienes padecen los negocios. Nuestros sistemas de inquisidores y verdugos  no sólo funcionan para el mercado externo dominante; proporcionan también caudalosos manantiales de ganancias que fluyen de los empréstitos y las inversiones extranjeras en los mercados internos dominados.


«Se ha oído hablar de concesiones hechas por América Latina al capital extranjero, pero no de concesiones hechas por los Estados Unidos al capital de otros países... Es que nosotros no damos concesiones», advertía, allá por 1913, el presidente norteamericano Woodrow Wilson. Él estaba seguro:
«Un país --decía- es poseído y dominado por el capital que en él se haya invertido».

Y tenía razón. Por el camino hasta perdimos el derecho de llamarnos americanos, aunque los haitianos y los cubanos ya habían asomado a la historia, como pueblos nuevos, un siglo antes de que los peregrinos del Mayflower se establecieran en las costas de Plymouth.

Ahora América es, para el mundo, nada más que los Estados Unidos: nosotros habitamos, a lo sumo, una sub -América, una América de segunda clase, de nebulosa identificación.

Es América Latina, la región de las venas abiertas. Desde el descubrimiento hasta nuestros días, todo se ha trasmutado siempre en capital europeo o, más tarde, norteamericano, y como tal se ha acumulado y se acumula en los lejanos 6 centros de poder.


Todo: la tierra, sus frutos y sus profundidades ricas en minerales, los hombres y su capacidad de trabajo y de consumo, los recursos naturales y los recursos humanos.

El modo de producción y la estructura de clases de cada lugar han sido sucesivamente determinados, desde fuera, por su incorporación al engranaje universal del capitalismo.

A cada cual se le ha asignado una función, siempre en beneficio del desarrollo de la metrópoli extranjera de turno, y se ha hecho infinita la cadena de las dependencias sucesivas, que tiene mucho más de dos eslabones, y que por cierto también comprende, dentro de América Latina, la opresión de los países pequeños por sus vecinos mayores y, fronteras adentro de cada país, la explotación que las grandes ciudades y los puertos ejercen sobre sus fuentes internas de víveres y mano de obra (Hace cuatro siglos, ya habían nacido dieciséis de las veinte ciudades latinoamericanas más pobladas de la actualidad.)

Para quienes conciben la historia como una competencia, el atraso y la miseria de América Latina no son otra cosa que el resultado de su fracaso. Perdimos; otros ganaron. Pero ocurre que quienes ganaron, ganaron gracias a que nosotros perdimos: la historia del subdesarrollo de América Latina integra, como se ha dicho, la historia del desarrollo del capitalismo mundial. Nuestra derrota estuvo siempre implícita en la victoria ajena; nuestra riqueza ha generado siempre nuestra pobreza para alimentar la prosperidad de otros: los imperios y sus caporales nativos.

En la alquimia colonial y neo-colonial, el oro se transfigura en chatarra, y los alimentos se con vierten en veneno. Potosí, Zacatecas y Ouro Preto cayeron en picada desde la cumbre de los esplendores de los metales preciosos al profundo agujero de los socavones vacíos, y la ruina fue el destino de la pampa chilena del salitre y de la selva amazónica del caucho; el nordeste azucarero de Brasil, los bosques argentinos del quebracho o ciertos pueblos petroleros del lago de Maracaibo tienen dolorosas razones para creer en la mortalidad de las fortunas que la naturaleza otorga y el imperialismo usurpa.

La lluvia que irriga a los centros del poder imperialista ahoga los vastos suburbios del sistema.

Del mismo modo, y simétricamente, el bienestar de nuestras clases dominantes -dominantes hacia dentro, dominadas desde fuera- es la maldición de nuestras multitudes condenadas a una vida de bestias de carga.

La brecha se extiende. Hacía mediados del siglo anterior, el nivel de vida de los países ricos del mundo excedía en un cincuenta por ciento el nivel de los países pobres.

El desarrollo desarrolla la desigualdad: Richard Nixon anunció, en abril de 1969, en su discurso ante la OEA, que a fines del siglo veinte el ingreso per capita en Estados Unidos será quince veces más alto que el ingreso en América Latina.
La fuerza del conjunto del sistema imperialista descansa en la necesaria desigualdad de las partes que lo forman, y esa desigualdad asume magnitudes cada vez más dramáticas. Los países opresores se hacen cada vez más ricos en términos absolutos, pero mucho más en términos relativos, por el dinamismo de la disparidad creciente.

El capitalismo central puede darse el lujo de crear y creer sus propios mitos de opulencia, pero los mitos no se comen, y bien lo saben los países pobres que constituyen el vasto capitalismo periférico.

El ingreso promedio de un ciudadano norteamericano es siete veces mayor que el de un latinoamericano y aumenta a un ritmo diez veces más intenso. Y los promedios engañan, por los insondables abismos que se abren, al sur del río Bravo, entre los muchos pobres y los pocos ricos de la región.

En la cúspide, en efecto, seis millones de latinoamericanos acaparan, según las Naciones Unidas, el mismo ingreso que ciento cuarenta millones de personas ubicadas en la base de la pirámide social.

Hay sesenta millones de campesinos cuya fortuna asciende a veinticinco centavos de dólar por día; en el otro extremo los proxenetas de la desdicha se dan el lujo de acumular cinco mil millones de dólares en sus cuentas privadas de Suiza o Estados Unidos, y derrochan en la ostentación y el lujo estéril -ofensa y desafío- y en las inversiones improductivas, que constituyen nada menos que la mitad de la inversión total, los capitales que América Latina podría destinar a la reposición, ampliación y creación de fuentes de producción y de trabajo.

Incorporadas desde siempre a la constelación del poder imperialista, nuestras clases dominantes no tienen el menor interés en averiguar si el patriotismo podría resultar más rentable que la traición o si la mendicidad es la única forma posible de la política internacional.

Se hipoteca la soberanía porque «no hay otro camino»; las coartadas de la oligarquía confunden interesadamente la impotencia de una clase social con el presunto vatio de destino de cada nación.


Josué de Castro declara: 
«Yo, que he recibido un premio internacional de la paz, pienso que, infelizmente, no hay otra solución que la violencia para América Latina». 


Ciento veinte millones de niños se agitan en el centro de esta tormenta.

La población de América Latina crece como ninguna otra; en medio siglo se triplicó con creces.

Cada minuto muere un niño de enfermedad o de hambre, pero en el año 2000 habrá seiscientos cincuenta millones de latinoamericanos, y la mitad tendrá menos de quince años de edad: una bomba de tiempo.


Entre los doscientos ochenta millones de latinoamericanos hay, a fines de 1970, cincuenta millones de desocupados o sub-ocupados y cerca de cien millones de analfabetos; la mitad de los latinoamericanos vive apiñada en viviendas insalubres.

Los tres mayores mercados de América Latina -Argentina, Brasil y México- no alcanzan a igualar, sumados, la capacidad de consumo de Francia o de Alemania occidental, aunque la población reunida de nuestros tres grandes excede largamente a la de cualquier país europeo. 

América Latina produce hoy día, en relación con la población, menos alimentos que antes de la última guerra mundial, y sus exportaciones per capita han disminuido tres veces, a precios constantes, desde la víspera de la crisis de 1929. 

El sistema es muy racional desde el punto de vista de sus dueños extranjeros y de nuestra burguesía de comisionistas, que ha vendido el alma al Diablo a un precio que hubiera avergonzado a Fausto. 


NACIÓ IRKA LA HIJA DE IRÁN CASTILLO PINZÓN Por Carlos Bernal Romero

Cuento en honor a la hija recién nacida  de Irán Castillo
  
El mejor homenaje que le puedo hacer a mi madre; es no casarme con un hombre como mi padre
Oído en el Jardín de niños

         Uno de los deportes nacionales “por excelencia” de este país y que se practica muy a menudo es el de: Los homenajes

         Merecidos o no; espontáneos u ordenados por “Doña Tele” y a los que se debe asistir, porque es “cool o nice”, pueden ser una persona viva, pero sobre todo a un muerto.
     Aunque por lo general el homenajeado o en  su caso los familiares están encantados, llegan a existir  casos excepcionales en los cuales, el hombre o la mujer lo rechazan por considerarlo inmerecido.
        
Una de esas “rara avis” (Abuelo Geno dixit) era:

 Irán Castillo Pinzón (4 de enero de 1977, Veracruz, Veracruz) actriz, con una larga y brillante carrera 24 años en:  Cine, teatro, televisión y radio (a través de discos) y un largo y exitoso etcétera, era su carta de presentación.

         En este tiempo había logrado el sueño de cualquier actor,  actriz  o cantante que su rostro sea inmediatamente identificado por el público en general.

    Además estaba considerada como:
   La belleza eterna del espectáculo tanto así que circulaba una frase que decía: “Ver a Irán y después morir” 

a pesar de su par de décadas en el llamado:  “Mundo del espectáculo”

    Con casi 35 años cumplidos,  tenía muchos proyectos en mente, aunque debía hacer un “alto en el camino”, porque estaba embarazada y a punto de “dar a luz”.

    De esta manera los dos últimos dos meses (septiembre y octubre) se cuidó al máximo para descansar y redujo a casi nada sus apariciones en público.

    Llegó el tan ansiado día y el 29 de octubre del 2011, nació el bebé que tanto esperaba y para fortuna tanto de ella,  como de sus admiradores, fue niña.

   Como se juntó con el fin de año, noviembre y diciembre también los utilizó para descansar  y retomar con más brillo su carrera. Al ser una figura pública, el nacimiento de su primogénita, corrió como “reguero de pólvora” en las “redes sociales” y se convirtió en noticia de efectos mediáticos.
  
    El 2 de enero del 2012, le hablaron del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (Conaculta) para avisarle que el 6 de enero le harían un homenaje nacional en el Palacio de Bellas Artes.

Cuando comprobó que no se trataba de una broma, preguntó con extrañeza el foxiano:
         -¿A mí por qué?

         Sin creerlo todavía:
         Irán Castillo Pinzón recibió como respuesta:

         -Por traer al planeta a la:
         Niña más bonita del mundo.

martes, 10 de enero de 2012

"SIN PRETEXTOS Y CON MUCHA PACIENCIA" Por Carlos Bernal Romero

Para qué renuevo mi credencial si de todos modos va a ganar Peña Nieto
Pretexto # 1

Con alrededor  de diez  promocionales que se repiten constantemente y que pretenden ser graciosos, con una voz en off diciendo:
Pretexto # ...

el Instituto Federal Electoral (IFE), nos recuerda que el 15 de enero es el último día para  renovar nuestra Credencial de elector, o hacer un cambio de domicilio,  enfatizando que  ese día se acaban las excusas.

Lo que nunca nos advierte el IFE es que debemos armarnos de mucha paciencia y estar dispuesto a perder un día laboral o escolar (ocho horas), ya sea en la mañana  o en la tarde.

La única manera de realizar el trámite en una hora o menos es llegar mínimo a las 7:00 a.m. y ser de los primeras 17 personas, porque se tardan un promedio de 3.6 minutos por solicitud.

Nosotros hicimos el trámite el 9 de enero del 2011 y esta es nuestra crónica/experiencia:

Llegamos a 7:45 y la fila ya era bastante larga. A los 50 minutos (8:35) repartieron las primeras fichas y nos enteramos que éramos el número 115.

20 minutos más tarde, (8:55) avisaron que sólo se aceptaban comprobantes de domicilio con un máximo de antigüedad de tres meses al día de hoy, de septiembre del 2011, para atrás, no serían  aceptadas.

Como traíamos una de agosto del 2010, tuvimos que regresar a casa por una más vigente. Nos fuimos y regresamos caminando e hicimos una hora con 11 minutos y nos volvimosformar. (10:06).

De esta manera, la cola que estaba formada por hombres y mujeres de entre 17 y 85 años se volvió más lenta que la reacción de la  Policía capitalina cuando se enfrenta a un caso grave.

Así, estuvimos formados cinco horas con 24 minutos de forma continua (15:30 p.m.). Después entramos a las oficina, revisaron nuestros papeles, nos tomaron la foto.

15 minutos más tarde, (15:45) nos regresaron los documentos y nos dieron un papelito que dice

Formato único de actualización y recibo. Comprobante de pago
Fecha de entrega: 23/01/2012
Su credencial será vigente hasta 2022

Por tramitarlo, dimos siete horas de nuestra vida

"PREGUNTA POZOLERA PA’L DIABLO" Por Carlos Bernal Romero

“Cuando me muera, entierren mi cadáver de inmediato si no les apesto el pueblo” 
Gerardo Fernández Noroña

¿Con tanto cadáver insepulto, no sería bueno en el PRD contrataran al pozolero para que los incinere en tambos?

domingo, 8 de enero de 2012

EL ABOGADO DEL DIABLO: A dos años del Caso Paulette

En el mes de marzo se cumplirán 2 años de haber ocurrido "el caso Paulette", del cual este blog tomó más fuerza y valor para escribir.


Tristemente, Paulette nos inspiró la filosofía de ser activos, de analizar el México en el cual vivimos.

Así que en este sitio WEB quisimos adelantarnos a la agenda de los medios conmemorarla desde ahora (enero 2012) y subrayar una vez más que:

 tenemos memoria y no olvidamos