viernes, 13 de enero de 2012

"ALEJANDRO PALESTINO UN TALENTO DESPERDICIADO" Por Carlos Bernal Romero

 Para Para el Maese Alejandro

En México valen las recomendaciones que la inteligencia
Memorias de un head hunter

Desde que surgió como suplemento en el difunto Uno Más Uno a principios de los 80, la revista Tiempo Libre resultó una excelente opción para los habitantes/lectores de la Ciudad de México.

Pero los años dorados de esta publicación fueron a partir de que se hizo una publicación independiente(alrededor de 1984) hasta finales de la década de los 90.

Así durante 15 años estuvo entre una de las mejores que circulaban en el Distrito Federal, porque además de ser literalmente
La guía de México, tenía colaboradores de primer nivel (Eduardo Trelles Noriegadixit)

Entre los que destacaba:
Alejando Palestino P.
Sin duda el mejor crítico de la televisión mexicana
        
Cada  jueves (día de su  publicación) era un agasajo leer la columna del  Maestro de Maestros, porque al mantenerse completamente alejado tanto de Televisa como de Televisión Azteca, sus:

Críticas, comentarios y análisis. 


Estaban redactados con total libertad y eso se notaba desde el primer renglón. Con un estilo en el cual combinaba:

Inteligencia, talento, ironía, sarcasmo, mala leche

El Maese Palestino nos dio clases de redacción y periodismo y nos enseñó cómo se debe realizar una crítica televisiva.

Siempre las escribió con la cabeza y nunca las hizo con el hígadoni con el estómago. Eran sumamentedivertidas, entretenidas, sin concesiones y muy brillantes.

Todo lo arriba mencionado hizo de  Alejandro Palestino:
El gurú de la crítica televisiva

A pesar de que:
Era el mejor y seguía mejorando

De manera inexplicable la Dirección general de la revista Tiempo Libre un día, antes de que empezara el nuevomilenio, decidió no publicar más su columna, para tristeza y contrariedad de sus lectores/alumnos.

Diez años después en esa publicación se volvieron a acordar de él y mediante una columna titulada Galería Subterránea, y nos regaló de nuevo su maestría, pero ahora escribiendo sobre la Ciudad de México. Aunque sin bien nos vacada 15 días.

Para nuestra  fortuna en el número1653 del 12 al 18 de enero que salió hoy a la venta, apareció otro ensayo con su inigualable estilo, titulado:
"la franela incómoda"

Antes de preguntarle a los directivos de Tiempo Libre:

¿Cómo es posible que tengan tan olvidado al mejor crítico de la televisión mexicana?
Sólo podemos terminar con un:
¡Salud por el Maestro!

jueves, 12 de enero de 2012

"LA REINA DE LOS LUGARES COMUNES" Por Carlos Bernal Romero

Para la Kate del Castillo que salió en Papá Soltero a principios de los 90

Ayer dejé las drogas y no me acuerdo dónde padre santo
Oído en Miami

Ayer en su cuenta de Twitter, lo que queda de Kate del Castillo Negrete Trillo (23 de octubre de 1972, Ciudad de México), escribió una especie de credo o de:

Carta abierta de la Kate que yo fui

Después de oírla con Pepe Cárdenas (José Cárdenas Vizcaíno) en su noticiero que se transmite de 18 a 20 horas en 970 de am y leer la noticia en la edición de hoy (11 de enero) del periódico Basta! llegamos a la conclusión que es:

Un monumento (Estela de Luz) a los lugares comunes o frases hechas

Dice textual:

"Hoy quiero decir lo que pienso y pues al que le acomode bien…No creo en la sociedad. La suciedad. Los que me juzgan y señalan pero también me exigen y me aplauden."

Habría que preguntarle entonces. Si no cree en la Sociedad ni el qué dirán:

¿Por qué se operó la cara,  pronunciándose los pómulos y quitándose arrugas para verse más joven?

"No creo en la religión… No creo en el castigo ni en el pecado  hasta mi cuerpo,  de hecho no creo en como la Biblia nos manipula en algunos de sus pasajes  Para tener remordimientos, culpa y sobre todo MIEDO.

No creo en la Iglesia y en cualquier caso, no creo en la religión, (seguramente ambas católicas)… No creo en al Papa ni en el Vaticano con todo y su riqueza como tampoco creo en los sacerdotes

Nací desnuda sin leyes ni religión, esas las creó el hombre, como la Biblia y tengo la ligera sospecha de que se la inventaron sólo para seguir la manipulación y lucrar a favor de unos cuantos… "
Un lugar común más contra la Iglesia y esta carta (por llamarla de alguna manera)  de  la hija de José Eduardo Erik del Castillo Negrete-Galván y se hubiera visto ridícula.

Y ya encarrerada y liberada de sus prejuicios de pequeño burguesa,  nos recordó a la Lupita D’alessio (Guadalupe Contreras Ramos) de Lo siento mi amor y Mudanzas a principios de los 80

"… No creo en la moral… No creo en la monogamia...  Creo en lo que siento y dejo sentir a mi cuerpoCreo que el ser humano debe disfrutar del amor carnal, del sexo y de preferencia sin esconderse ni lastimando a nadie"
.
Y cuando pensábamos que sólo se trataba de:
Confesiones de una mujer de (casi) 40 escribió unas líneas que levantaron ámpula e hicieron preguntas en su encabezado de hoy al periódico La Prensa:
    
¿De cuál fumó?

Hoy creo más en el Chapo Guzmán (Joaquín Archivaldo Guzmán Loera)  que en los gobiernos que me esconden verdades aunque sean dolorosas, quienes esconden la cura para el cáncer, el sida, etc. para su propio beneficio y riqueza."

SR. CHAPO, NO ESTARIA PADRE QUE EMPEZARA A TRAFICAR CON EL BIEN? CON LAS CURAS PARA LAS ENFERMEDADES, CON COMIDA PARA LOS NIÑOS DE LA CALLE, CON ALCOHOL PARA LOS ASILOS DE ANSIANOS (sic)  QUE NO LOS DEJAN PASAR SUS ULTIMOS AÑOS HACIENDO LO QUE SE LES PEGUE LA REVERENDA CHINGADA, (recontra sic) CON TRAFICAR CON POLITICOS CORRUPTOS Y NO CON MUJERES Y NIÑOS QUE TERMINAN COMO ESCLAVOS? CON QUEMAR TODOS ESOS "PUTEROS" DONDE LA MUJER NO VALE MAS QUE UNA CAJETILLA DE CIGARROS, SIN OFERTA NO HAY DEMANDA, ANIMESE DON, SERIA USTED EL HEROE DE HEROES, TRAFIQUEMOS CON AMOR, USTED SABE COMO. (1)

Si estuviera vivo Marcial Maciel Degollado ¿Le hubiera escrito?:

Sr Maciel. Penetre a los niños con felicidad. Viólelos con alegría. Permita que le chupen toda su experiencia. Anímese don. Usted sabe cómo.

Para finalizar, si el Papa Benedicto XVI (Joseph Aloisius Ratzinger), leyó este twitter, seguramente exclamó:

No creo en Kate del Castillo.



(1).- Párrafo copiado textualmente del Twitter publicado por el portal de la Revista Quién.

miércoles, 11 de enero de 2012

"CIENTO VEINTE MILLONES DE NIÑOS EN EL CENTRO DE LA TORMENTA" Eduardo Galeano

Este es el prólogo de Las Venas Abiertas de América Latina del periodista y escritor Eduardo Galeano. 




Un clásico de la literatura latinoamericana de los años ´70, es el mismo libro que el presidente de Venezuela Hugo Chavez le regaló a su homólogo Barack Obama en la V Cumbre de las Américas en el año 2009.

A pesar de que fue escrito por Galeano desde hace tres décadas su contenido (desgraciadamente) sigue vigente.

Si tienen tiempo y ganas, es una excelente lectura.


CIENTO VEINTE MILLONES DE  NIÑOS EN EL CENTRO DE LA TORMENTA
PRÓLOGO DE "LAS VENAS ABIERTAS DE AMÉRICA LATINA" (PRIMERA PARTE)
EDUARDO GALEANO     
( Las fotografías, el subrayado, las separaciones de párrafos, las letras en negrita son nuestras) 
                                                                                                                                                                                                   
La división internacional del trabajo consiste en que unos países se especializan en ganar y otros en perder. Nuestra comarca del mundo, que hoy llamamos América Latina, fue precoz: se especializó en perder desde los remotos tiempos en que los europeos del Renacimiento se abalanzaron a través del mar y le hundieron los dientes en la garganta.

Pasaron los siglos y América Latina perfeccionó sus funciones.

Este ya no es el reino de las maravillas donde la realidad derrotaba a la fábula y la imaginación era humillada por los trofeos de la conquista, los yacimientos de oro y las montañas de plata. Pero la región sigue trabajando de sirvienta. Continúa existiendo al servicio de las necesidades ajenas, como fuente y reserva del petróleo y el hierro, el cobre y la carne, las frutas y el café, las materias primas y los alimentos con destino a los países ricos que ganan consumiéndolos, mucho más de lo que América Latina gana produciéndolos. 


Son mucho más altos los impuestos que cobran los compradores que los precios que reciben los vendedores; y al fin y al cabo, como declaró en julio de 1968  Covey T. Oliver, coordinador de la Alianza para el Progreso, «hablar de precios justos en la actualidad es un concepto medieval. Estamos en plena época de la libre comercialización...» 

Cuanta más libertad se otorga a los negocios, más cárceles se hace necesario construir para quienes padecen los negocios. Nuestros sistemas de inquisidores y verdugos  no sólo funcionan para el mercado externo dominante; proporcionan también caudalosos manantiales de ganancias que fluyen de los empréstitos y las inversiones extranjeras en los mercados internos dominados.


«Se ha oído hablar de concesiones hechas por América Latina al capital extranjero, pero no de concesiones hechas por los Estados Unidos al capital de otros países... Es que nosotros no damos concesiones», advertía, allá por 1913, el presidente norteamericano Woodrow Wilson. Él estaba seguro:
«Un país --decía- es poseído y dominado por el capital que en él se haya invertido».

Y tenía razón. Por el camino hasta perdimos el derecho de llamarnos americanos, aunque los haitianos y los cubanos ya habían asomado a la historia, como pueblos nuevos, un siglo antes de que los peregrinos del Mayflower se establecieran en las costas de Plymouth.

Ahora América es, para el mundo, nada más que los Estados Unidos: nosotros habitamos, a lo sumo, una sub -América, una América de segunda clase, de nebulosa identificación.

Es América Latina, la región de las venas abiertas. Desde el descubrimiento hasta nuestros días, todo se ha trasmutado siempre en capital europeo o, más tarde, norteamericano, y como tal se ha acumulado y se acumula en los lejanos 6 centros de poder.


Todo: la tierra, sus frutos y sus profundidades ricas en minerales, los hombres y su capacidad de trabajo y de consumo, los recursos naturales y los recursos humanos.

El modo de producción y la estructura de clases de cada lugar han sido sucesivamente determinados, desde fuera, por su incorporación al engranaje universal del capitalismo.

A cada cual se le ha asignado una función, siempre en beneficio del desarrollo de la metrópoli extranjera de turno, y se ha hecho infinita la cadena de las dependencias sucesivas, que tiene mucho más de dos eslabones, y que por cierto también comprende, dentro de América Latina, la opresión de los países pequeños por sus vecinos mayores y, fronteras adentro de cada país, la explotación que las grandes ciudades y los puertos ejercen sobre sus fuentes internas de víveres y mano de obra (Hace cuatro siglos, ya habían nacido dieciséis de las veinte ciudades latinoamericanas más pobladas de la actualidad.)

Para quienes conciben la historia como una competencia, el atraso y la miseria de América Latina no son otra cosa que el resultado de su fracaso. Perdimos; otros ganaron. Pero ocurre que quienes ganaron, ganaron gracias a que nosotros perdimos: la historia del subdesarrollo de América Latina integra, como se ha dicho, la historia del desarrollo del capitalismo mundial. Nuestra derrota estuvo siempre implícita en la victoria ajena; nuestra riqueza ha generado siempre nuestra pobreza para alimentar la prosperidad de otros: los imperios y sus caporales nativos.

En la alquimia colonial y neo-colonial, el oro se transfigura en chatarra, y los alimentos se con vierten en veneno. Potosí, Zacatecas y Ouro Preto cayeron en picada desde la cumbre de los esplendores de los metales preciosos al profundo agujero de los socavones vacíos, y la ruina fue el destino de la pampa chilena del salitre y de la selva amazónica del caucho; el nordeste azucarero de Brasil, los bosques argentinos del quebracho o ciertos pueblos petroleros del lago de Maracaibo tienen dolorosas razones para creer en la mortalidad de las fortunas que la naturaleza otorga y el imperialismo usurpa.

La lluvia que irriga a los centros del poder imperialista ahoga los vastos suburbios del sistema.

Del mismo modo, y simétricamente, el bienestar de nuestras clases dominantes -dominantes hacia dentro, dominadas desde fuera- es la maldición de nuestras multitudes condenadas a una vida de bestias de carga.

La brecha se extiende. Hacía mediados del siglo anterior, el nivel de vida de los países ricos del mundo excedía en un cincuenta por ciento el nivel de los países pobres.

El desarrollo desarrolla la desigualdad: Richard Nixon anunció, en abril de 1969, en su discurso ante la OEA, que a fines del siglo veinte el ingreso per capita en Estados Unidos será quince veces más alto que el ingreso en América Latina.
La fuerza del conjunto del sistema imperialista descansa en la necesaria desigualdad de las partes que lo forman, y esa desigualdad asume magnitudes cada vez más dramáticas. Los países opresores se hacen cada vez más ricos en términos absolutos, pero mucho más en términos relativos, por el dinamismo de la disparidad creciente.

El capitalismo central puede darse el lujo de crear y creer sus propios mitos de opulencia, pero los mitos no se comen, y bien lo saben los países pobres que constituyen el vasto capitalismo periférico.

El ingreso promedio de un ciudadano norteamericano es siete veces mayor que el de un latinoamericano y aumenta a un ritmo diez veces más intenso. Y los promedios engañan, por los insondables abismos que se abren, al sur del río Bravo, entre los muchos pobres y los pocos ricos de la región.

En la cúspide, en efecto, seis millones de latinoamericanos acaparan, según las Naciones Unidas, el mismo ingreso que ciento cuarenta millones de personas ubicadas en la base de la pirámide social.

Hay sesenta millones de campesinos cuya fortuna asciende a veinticinco centavos de dólar por día; en el otro extremo los proxenetas de la desdicha se dan el lujo de acumular cinco mil millones de dólares en sus cuentas privadas de Suiza o Estados Unidos, y derrochan en la ostentación y el lujo estéril -ofensa y desafío- y en las inversiones improductivas, que constituyen nada menos que la mitad de la inversión total, los capitales que América Latina podría destinar a la reposición, ampliación y creación de fuentes de producción y de trabajo.

Incorporadas desde siempre a la constelación del poder imperialista, nuestras clases dominantes no tienen el menor interés en averiguar si el patriotismo podría resultar más rentable que la traición o si la mendicidad es la única forma posible de la política internacional.

Se hipoteca la soberanía porque «no hay otro camino»; las coartadas de la oligarquía confunden interesadamente la impotencia de una clase social con el presunto vatio de destino de cada nación.


Josué de Castro declara: 
«Yo, que he recibido un premio internacional de la paz, pienso que, infelizmente, no hay otra solución que la violencia para América Latina». 


Ciento veinte millones de niños se agitan en el centro de esta tormenta.

La población de América Latina crece como ninguna otra; en medio siglo se triplicó con creces.

Cada minuto muere un niño de enfermedad o de hambre, pero en el año 2000 habrá seiscientos cincuenta millones de latinoamericanos, y la mitad tendrá menos de quince años de edad: una bomba de tiempo.


Entre los doscientos ochenta millones de latinoamericanos hay, a fines de 1970, cincuenta millones de desocupados o sub-ocupados y cerca de cien millones de analfabetos; la mitad de los latinoamericanos vive apiñada en viviendas insalubres.

Los tres mayores mercados de América Latina -Argentina, Brasil y México- no alcanzan a igualar, sumados, la capacidad de consumo de Francia o de Alemania occidental, aunque la población reunida de nuestros tres grandes excede largamente a la de cualquier país europeo. 

América Latina produce hoy día, en relación con la población, menos alimentos que antes de la última guerra mundial, y sus exportaciones per capita han disminuido tres veces, a precios constantes, desde la víspera de la crisis de 1929. 

El sistema es muy racional desde el punto de vista de sus dueños extranjeros y de nuestra burguesía de comisionistas, que ha vendido el alma al Diablo a un precio que hubiera avergonzado a Fausto. 


NACIÓ IRKA LA HIJA DE IRÁN CASTILLO PINZÓN Por Carlos Bernal Romero

Cuento en honor a la hija recién nacida  de Irán Castillo
  
El mejor homenaje que le puedo hacer a mi madre; es no casarme con un hombre como mi padre
Oído en el Jardín de niños

         Uno de los deportes nacionales “por excelencia” de este país y que se practica muy a menudo es el de: Los homenajes

         Merecidos o no; espontáneos u ordenados por “Doña Tele” y a los que se debe asistir, porque es “cool o nice”, pueden ser una persona viva, pero sobre todo a un muerto.
     Aunque por lo general el homenajeado o en  su caso los familiares están encantados, llegan a existir  casos excepcionales en los cuales, el hombre o la mujer lo rechazan por considerarlo inmerecido.
        
Una de esas “rara avis” (Abuelo Geno dixit) era:

 Irán Castillo Pinzón (4 de enero de 1977, Veracruz, Veracruz) actriz, con una larga y brillante carrera 24 años en:  Cine, teatro, televisión y radio (a través de discos) y un largo y exitoso etcétera, era su carta de presentación.

         En este tiempo había logrado el sueño de cualquier actor,  actriz  o cantante que su rostro sea inmediatamente identificado por el público en general.

    Además estaba considerada como:
   La belleza eterna del espectáculo tanto así que circulaba una frase que decía: “Ver a Irán y después morir” 

a pesar de su par de décadas en el llamado:  “Mundo del espectáculo”

    Con casi 35 años cumplidos,  tenía muchos proyectos en mente, aunque debía hacer un “alto en el camino”, porque estaba embarazada y a punto de “dar a luz”.

    De esta manera los dos últimos dos meses (septiembre y octubre) se cuidó al máximo para descansar y redujo a casi nada sus apariciones en público.

    Llegó el tan ansiado día y el 29 de octubre del 2011, nació el bebé que tanto esperaba y para fortuna tanto de ella,  como de sus admiradores, fue niña.

   Como se juntó con el fin de año, noviembre y diciembre también los utilizó para descansar  y retomar con más brillo su carrera. Al ser una figura pública, el nacimiento de su primogénita, corrió como “reguero de pólvora” en las “redes sociales” y se convirtió en noticia de efectos mediáticos.
  
    El 2 de enero del 2012, le hablaron del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (Conaculta) para avisarle que el 6 de enero le harían un homenaje nacional en el Palacio de Bellas Artes.

Cuando comprobó que no se trataba de una broma, preguntó con extrañeza el foxiano:
         -¿A mí por qué?

         Sin creerlo todavía:
         Irán Castillo Pinzón recibió como respuesta:

         -Por traer al planeta a la:
         Niña más bonita del mundo.