miércoles, 2 de julio de 2025

SIX FLAGS OAXTEPEC: UNA EXPERIENCIA QUE HAY QUE VIVIR Por Manuel Adame

Este lugar no tiene pierde. 

O como dirían los españoles: 

“NO TIENE DESPERDICIO”:

El agua de las albercas, el río, los toboganes. Todo limpio. Las instalaciones cumplen con los estándares de calidad.

Desde la entrada hay una zona de lockers. (Precios caros para lo que se ofrece)

La zona de comidas no es espectacular, pero podrás alimentarte bien.

Uno de mis lugares favoritos es el río, ya que está extremadamente limpio, seguro, pues es bajo su nivel, y puedes caminar si no alcanzas a tener una dona inflable. 

El río le da la vuelta al parque, así que podrás dejar tus sandalias en un punto sin problema, porque volverás a regresar a éste.

Uno de “sus defectos” son las filas que vas a encontrar, pues, para subirte a una atracción tardarás hasta más de media hora.

Otro inconveniente es que los precios del acceso a adultos, según su página web es de $550 MX. 

Para los que viven en Morelos y los adultos mayores, al momento de escribir este post, el precio es de $250 MX. (1)

La temporada recomendada para visitar este parque es en los meses de primavera (marzo, abril y mayo), ya que desde junio las lluvias comienzan en el estado de Morelos.

Todas las albercas cuentan con calefacción. Incluso dan ganas de quedarse a nadar en el espacio destinado al término del tobogán.

                                        
Sin duda alguna Six Flags Oaxtepec es un lugar divertido. 

Se recomienda llevar a niños mayores de 10 años para que puedas subirte con ellos a todos los toboganes; los niños muy pequeños puede que no se diviertan tanto debido a los vértigos y por supuesto que es peligroso para él por su estatura y peso. Sólo hay un espacio para niños pequeños y el chiste de este parque acuático son sus intrépidos toboganes.


(1) Precios en taquillas de Sigs Flags Oaxtepec según su página web.

Admisión General (mayor de 1.20 m): $550.00 c/u

Admisión General (menor de 1.20 m): $199.00 c/u

Embarazadas, Personas con Discapacidad y Adultos Mayores con INAPAM: $250.00 c/u

Ciudadanos del Estado de Morelos (con identificación): $250.00 c/u

Fuente: Six Flags 

Encontrado en:

https://www.sixflags.com.mx/hurricaneharborox/store/tickets?utm_source=aonsem&utm_medium=cpc&utm_campaign=hhox2025&utm_term=category&gad_source=1&gad_campaignid=20954024782&gbraid=0AAAAABuAFLXzHBgtRHG1QBsp9ZbmKBcMP&gclid=CjwKCAjwsZPDBhBWEiwADuO6y1r9uoktT_SqU2IrH-GO5-EfUEsJN7scZyQzRjCzDRMwn3o_L5FHGBoCwEEQAvD_BwE

martes, 1 de julio de 2025

GIANFRANCO FUSCALDO ALBINO: EL OSITO DE COLOMBIA Por Mayra Villanueva

 

Gianfranco Fuscaldo Albino nació de una familia muy humilde; desde muy pequeño fue abandonado por sus padres y estuvo mucho tiempo al cuidado de sus abuelos.

Desde Barranquilla, Colombia, Gianfranco experimentó la homosexualidad desde su adolescencia dejándose poseer por todo tipo de hombres.

El abandono de sus progenitores dejó en Fuscaldo Albino un sentimiento de abandono, de desamor y de soledad que Gianfranco intentó llenar con sexo gay. Gianfranco utilizaba todo tipo de redes sociales y apps homosexuales para tener contactos íntimos con su propio sexo.

Gianfranco llegó a tal grado, que contrajo enfermedades de transmisión sexual como la hepatitis tipo b y el VIH.

Gianfranco se dice arrepentido, “exgay” pero ya es demasiado tarde. Su pasado homosexual le grita a la cara cada día y sus movimientos afeminados lo delatan cada momento.

Pero si algo tiene Gianfranco Fuscaldo Albino es que tiene un corazón de mujer: llora, ríe y patalea en una misma hora. Es sensible como flor.

Los que conocen a Gianfranco Fuscaldo Albino saben que a veces “está en sus días”. 

En Barranquilla podrás encontrar a Gianfranco Fuscaldo Albino quien fue nombrado como:

EL OSITO DE COLOMBIA.

lunes, 30 de junio de 2025

LA MUERTE DEL AMOR REAL Y EL NACIMIENTO DEL AMOR CONVENIENTE Por Geovanny Debrás Jiménez

Hasta una campesina que de pronto se hizo profesional y mejoró su poder adquisitivo ahora piensa en una cirugía plástica, como algo normal y ya incluso legitimado en el espacio social.

Cambia de novio por uno con mejor estatus (aunque sea engañoso) y el novio se convierte sólo en una mampara para cumplir con un rol social. 

Y el hombre, por su lado, busca una mujer físicamente hermosa, sensual, que sea una compañía que incite la admiración de los demás, que le otorgue estatus de poder y respeto, aunque no la ame. 

Y no importa que esa belleza sea artificialmente evidente, producto del bisturí, mientras genere admiración.

Por ejemplo, una mujer operada con senos de silicón puede ser identificada con facilidad, pero no por eso deja de ser deseada.

El hombre que tiene éxito con las mujeres es aquel que les brinda esa separación emocional, esa individualidad cerrada e impenetrable. La mujer se emboba ante ese derroche de libertad brindada por el macho, pero se auto engaña porque no es posible pensar que sea gratuita.

Por su lado, el hombre astuto y moderno maneja sus otras historias y aprovecha esas distancias en el camino a lo que pareciera ser una poligamia mutuamente conveniente. Y muchos se podrán alarmar al leer esta aseveración, pero no cuesta mucho pensar, que ya en el mundo occidental se vive quizás de manera mojigata, una poligamia no formal, ni socialmente aceptada, pero sé real y visible.

Es la poligamia en la que el amor no interesa, sino que el sexo se plantea como eje central de contacto y de relación entre las personas. 

Es el precio que se paga por no tener que darle explicaciones a la pareja, por poder conservar en amplitud y auto engaño, la libertad mal entendida de la modernidad o de la posmodernidad si así lo prefiere.

En palabras de una joven poeta costarricense: 

“Hay días que te quiero/ y otros en los que pierdo el derecho” (Alejandra Castro, No sangres).

En la actualidad es posible encontrar muchas manifestaciones sexuales de gran amplitud que, aunque permiten una mayor exploración de las pasiones y de la sexualidad humana en sí misma, pueden también entenderse como una consecuencia de esta forma materialista, individualista y conveniente de ver el mundo.

Y no hablamos de las preferencias sexuales como el homosexualismo o el lesbianismo, sino de las nuevas posibilidades heterosexuales como los swingers o en lenguaje común, la legitimación de compartir a la pareja.

Es desde una perspectiva individualista, la idea de poseer otros cuerpos pero de continuar con la relación base, sin compromisos adquiridos. 

No obstante, mal enfocada, esta modalidad sexual puede generar la ruptura de parejas por la carencia de lazos emocionales, espirituales y amorosos consolidados o fuertes, producto de una relación sustentada en ese personaje llamado amor.

El fenómeno swingers es la solución a esa ansiedad moderna por poseer, en el vertiginoso ritmo de vida contemporáneo, a otros cuerpos, pero no de comprometer con esos otros cuerpos una filiación mayor que la meramente sexual; es la búsqueda de ampliar los placeres sexuales; no de ampliar los lazos amorosos que puedan exponer la propia sensibilidad.

Y esta situación no es más que la extensión de esa necesidad poligámica conveniente de la sociedad occidental de nuestros días. Es la separación emocional que se otorgan como licencia irrefutable los hombres y mujeres que no quieren comprometer su individualidad ante una relación más comprometida con el o la compañera.

Y digámoslo con claridad: es también la forma de hacer visibles, pero permitidos, los inevitables engaños y traiciones que viven, enmarañados en la modernidad, los amantes en este milenio. 

La forma de superar emocionalmente el engaño de vivir una relación sin amor, porque el amor, como se viene afirmando, se ahoga en esa urgencia material y egoísta que predomina.

El amor sigue siendo el fantasma. Ya no se justifican las relaciones por el amor que se le tiene a la otra persona, al contrario, como hemos visto, solo se justifican en términos materiales, de estatus personal, de individualidad.

En "El Arte de amar", Erich Fromm plantea con certeza que el amor al final es admiración hacia el otro. Pero la admiración que domina en este momento ya no es la que tiene que ver con la inteligencia, la sensibilidad, de la otra persona, su vocación humanista o espiritual, sino que se justifica en lo material.

El amor, entendido como el máximo sentimiento que pueda tener una persona, es suprimido y sustituido por razones de estatus y aceptación, por el dinero que aparentemente genera comodidad y estabilidad, pero que en el fondo sigue produciendo separación, angustia emocional, engaños colectivos, vacíos existenciales, negación de lo espiritual y, en consecuencia, negación de la propia naturaleza humana.

Es la muerte del amor real y el nacimiento del amor conveniente, especie extraña que se desvirtúa en su raíz. El amor por su propia naturaleza no es conveniente, no existe.

El amor es invisibilizado en estos tiempos, se pasea triste y reprimido como un fantasma que no puede salir a la calle, porque teme ser apedreado y humillado, y en consecuencia, llegar a sentir ese dolor insoportable del que ama y es traicionado por quien es la razón de su existir, de su amor.

Pareciera ser la elección entre vivir sin amor o morir con él. Pareciera ser el momento de cantar con Joaquín Sabina:

“Y morirme contigo si te matas y matarme contigo si te mueres, porque el amor cuando no muere mata, porque amores que matan nunca mueren".

Quizás podríamos entender que para amar en la actualidad hay que saber que la muerte circunda y amenaza, porque tarde o temprano terminamos descubriendo que el amor en sí mismo ya ha fenecido, que sólo es un fantasma que anda asustando los corazones de los incautos seres humanos que, contra corriente, insisten en tratar de resucitar algo de ese fantasma.

Y por eso no es difícil entender que las canciones de amor inunden el repertorio musical, en función de presentarse como esa anestesia colectiva contra un mal vivencial, de todos los días, un mal que se introyecta en forma de contradicción, de infeliz incoherencia que corroe los cimientos del ser humano.

Tampoco es de extrañar que surjan también nuevas expresiones musicales que escriban sobre esa realidad, al final de cuentas nuevas expresiones culturales que intentan visualizar esta desafortunada etapa de la muerte del amor.

En la poesía contemporánea, asimismo, existen muchos ejemplos de este desencanto hacia el amor como tema idealizado, humano.

La época del romanticismo cedió y la poesía ahora prefiere hablar de amor frustrado, inconexo, desilusionado. Por eso parafraseando de nuevo a Sabina tal vez sea permisible decir que “el asesino sabe más de amor que el poeta”.

Estamos de frente al asesinato del amor y ni el poeta lo puede salvar. 

UN FANTASMA CONTEMPORÁNEO LLAMADO AMOR Por Geovanny Debrás Jiménez

 
Los divorcios superan las expectativas de todos los tiempos, ellas y ellos no quieren comprometerse; ni dar explicaciones a otros, casi nadie quiere casarse, todos urgen su libertad y su individualidad como un tesoro colectivo que no se puede arriesgar ni someter a ningún trato limitativo. Las relaciones amorosas duran muy poco y la mayoría de personas las rehúye.

Alrededor de este fenómeno, la libertad sexual se amplía con gran gusto y ligereza, y los mitos -tanto como la confusión que generan- nacen, se reproducen y crecen como la mala hierba. 

Que las libertades sexuales y la exploración del auténtico sentido de la sexualidad se amplíen no es inconveniente, el problema pareciera ser la indefinición y confusión moderna sobre la sexualidad en las relaciones de pareja.

Las enseñanzas van y vienen y se revuelven con los mitos. El tamaño del pene no importa ni es significativo según los sexólogos y profesionales médicos, pero en el vox populi es todo lo contrario y, en la televisión y los medios, puede ser importante pero no. ¿Entonces?

Las mujeres más que nunca ansían su independencia e individualidad como algo básico, impostergable, innegociable, eje de su vida y de todo pensamiento emancipador.

Es la lucha por "su propio espacio", una expresión muy usada que les garantiza desenvolverse sin la pareja, en otros lugares donde puedan ejercer su pretensión de soltería acompañada.

Los hombres que no pretenden amar tampoco lo discuten; están encantados porque pueden jugar al amor con más facilidad y sin compromisos. Ceder algo de esa individualidad no es entendido como hacer comunión de dos, sino división de dos.

Así se maneja y se entiende en el ideario colectivo, es la moda de los amigos con derecho, los “amigovios” o los novios de fachada, para no estar solos y tener asegurado su pedazo de placer, pero sin asustar al corazón ni comprometerlo mucho.

El amor es solo un fantasma legitimador, un utilitario persuasivo para obtener lo deseado. El amor se extravía fácilmente y las pasiones fluyen sin cauce, ni pretenden tenerlo.

“Te amo”, “te quiero”, son expresiones fuertes y obsoletas, demasiado fuertes, que son útiles sólo en situaciones extremas, para recuperar ese placer que de repente amenaza con irse.

El amor en sí mismo deja de existir. 

Es un espécimen poco claro, confuso y amenazador que no es útil -como si debiera serlo- ni mucho menos práctico para llevar una vida propia llena de placer, simple placer. Solo es útil, como ya afirmamos, para persuadir o convencer (alias engañar). 

Amar es un lujo que ya nadie puede o quiere darse, es como decimos: una amenaza.

Es la época del individualismo exacerbado, que lleva consigo incidencias directas sobre el amor, el sentimiento y todas esas expresiones humanas que suenan ahora huecas y no son generadoras de crecimiento personal, ni son parte del ideario popular o del imaginario colectivo.

Y es que, indudablemente, el crecimiento personal se empareja inevitablemente al crecimiento material. Es la época del consumismo y de la imagen. 

Se crece en la medida en que se tengan posesiones de todo tipo, incluida también una mujer (o un hombre) física (material) mente bella, o un hombre “buen partido”; es decir, un hombre que pueda brindar estatus económico y, en consecuencia, el social.

Existen bienes imprescindibles, infaltables, para saberse “alguien”.

Un espacio propio (casa, apartamento, casa de playa, acciones de un club, etc.) puede ser necesario, pero se lleva al más allá. Ya no se requiere el espacio para cultivarse, sino para mostrarse. 

Un automóvil, entre más moderno y lujoso mejor, ropa adecuada y a la moda, como catalizador-autenticador de la belleza física. 

Asistimos a la época de bienes que se vuelven impostergables, como si pasaran a ser de la canasta básica, como la belleza y el reconocimiento. 

Entonces nos encontramos con el boom de la cirugía plástica. Ya no solamente la naturaleza define lo que es bello, sino que la cirugía permite modificar la apariencia. 

Por supuesto, como todo lo contemporáneo, depende de la capacidad económica de una mujer o un hombre (en menos porcentaje), hasta el grado de poder decir, como popularmente se escucha: “no hay mujeres feas, sino mujeres pobres”.

Los programas de televisión abundan y muestran con toda amplitud los procesos y dolores de estos “cambios extremos”, en los que la vanidad es justificada con el decir más contradictorio de todos: “lo hago para sentirme mejor”.

Mejor dicho:

“Me hago una cirugía plástica para sentirme mejor porque sentirme mejor no depende de mí, sino de la aceptación de los demás”.

Y los demás respetan, incluso más, si demuestras que tienes dinero y poder para realizar un cambio de este tipo. Los demás lo que respetan es lo material. Sustituir emociones humanas por razones artificiales es el negocio moderno.

En síntesis, nos encontramos en la época en que lo bello, lo espiritual y lo emocional, está siempre predeterminado por lo material. 

jueves, 19 de junio de 2025

CRÍTICA DE LA TELENOVELA MONTEVERDE Por Mayra Villanueva

Una pícara muchacha que se hace pasar por monja para huir de la justicia; será un argumento que siempre funcionará.  

Los escritores tratan de repetir esta fórmula ya comprobada con Silvia Pinal cuando protagonizó con todo el éxito “La Hermana Trinquete”. Un proyecto que Lucero repitió.

Esta vez, Televisa “le dio al clavo” al retomar una telenovela chilena del 2019 llamada “Isla Paraíso” creada por Alejandro Cabrera. (1)

A los mexicanos, y a los latinos, nos encanta ver reflejada en la ficción la figura de la Iglesia Católica. 

No por nada, también, en la nueva producción de TV Azteca, “Cautiva por amor”, “el personaje mentor” de la protagonista (Jazmín) es un sacerdote. 

El cura cómplice y mejor amigo de la protagonista, es fórmula por demás explotada por Televisa. Recordemos a dos grandes títulos del melodrama: “Mari-Mar”“Cadenas de Amargura”, por poner dos ejemplos. 

En este caso, Alejandro Ibarra nos ofrece un sacerdote relativamente joven, con un hablado muy peculiar, que no dudamos podría volverse un personaje amado por el gran público mexicano.

En “Monteverde”, hay que decirlo, todos los actores están mal dirigidos. Se notan exagerados.  

Ibarra es bueno, pero en la mayoría de las veces está desbordado. Gabriel Soto nunca ha sido buen actor, creemos que ni él mismo se cree su diálogo.

La pésima dirección de escena se compensa con la trama:

Da emoción que algún día LOS HABITANTES DE MONTEVERDE descubrirán que hay en el pueblo una: “usurpadora” de los hábitos". 

Nos alegra que haya de todo en el reparto; gorditas, gorditos, feos y galanes que desean emparejarse. La inclusión, muy de moda, se demuestra en el casting.

Un acierto meter al actor Mario Morán, el galán que interpretó a Pedro Infante en la bioserie, y se hizo famoso en el éxito del cine mexicano “No Manches Frida”. Esta vez, el personaje que interpreta Morán será el que consolará a una “novia plantada en el altar” que llegó al pueblo a rehacer su vida.

Monteverde fue criticada por machista, por anacrónica, cuando su guion original fue escrito en el año 2018. Pero es un hecho que la historia no podrá ofender las buenas consciencias y podrá ser vista por toda la familia mexicana.

África Zavala se ganó el protagónico con años de trabajo. Cae bien, se ve bien en pantalla, y se la creemos en su interpretación de sus dos papeles.

Ojalá “Monteverde” nos pueda ofrecer diferentes situaciones que nos lleven a variadas emociones. Ojalá mejoren las actuaciones. Pero definitivamente será una historia que fascinará a la audiencia de muchos países.



(1) Sinopsis:

Carolina (África Zavala), quien está casada con un hombre que comete un fraude y la pone de "presta nombres".  La protagonista huye de la justicia con su hijo. 

La solución que se le ocurre a Carolina es ir a ver a su hermana gemela, Celeste (África Zavala), que es monja. La única opción es que intercambien lugares y Carolina se vaya al pueblo de Monteverde, un lugar donde sólo hay hombres gracias a Óscar León (Gabriel Soto), quien a raíz del abandono de su esposa les tiene mucha rabia a las mujeres y se niega a darles trabajo. 

Aquí, el padre Gabriel (Alejandro Ibarra) y la hermana Celeste arman “la operación génesis”; que consiste en llevar a mujeres para que habiten el sitio y cambien la dinámica del pueblo.