¿BAÑO DE SANGRE O BAÑO DE PUEBLO? Por Carlos Bernal Romero

Para mi Papá

A mí sí me gustan los baños de sangre

Conde Drácula

Para que se dé una Revolución que quite del poder a un Presidente o a un Gobierno se necesitan varios factores:

Descontento  y desigualdad social; pobreza, desempleo, hambre y el principal:

Un líder o caudillo a quien seguir y sí es preciso, dar la vida; como:

José Doroteo Arango Arámbula (Pancho Villa)

Emiliano Zapata Salazar

Francisco Ignacio Madero González

y la última vez que el Pueblo estaba decidido a todo y parecía inevitable un baño de sangre fue cuando en 1988, un grupo considerable de seguidores de Cuauhtémoc Lázaro Cárdenas Solórzano, entrarían a la fuerza al Palacio Nacional.

Esto lo harían como protesta de los que ellos consideraban un fraude electoral a favor de Carlos Salinas de Gortari, para proclamarlo como Presidente de la República para el sexenio 1988-1994.

Se dice que detrás de las puertas, se encontraban los soldados que habitualmente cuidan el Palacio, listos a disparar por la menor provocación, pero a la mera hora (nunca sabremos si para bien o para mal), Cárdenas se arrepintió y ordenó la retirada.

Ahora resulta que:

Andrés Manuel Penélope (Pobre infeliz se paró tu reloj infantil) López Obrador nos hizo un gran favor al  ordenar el Plantón de Reforma para evitar; un: ¡Baño de sangre!

Si como no. Del 100% de los desvelados que estuvieron en él, el 50 fue al puro desmadre y la otra porque les prometieron cosas cuando éste terminara.

Entonces el Jesucristo Tropical quiso darse un baño de pueblo al declarar eso. Tal vez piense (y tenga razón) que no recordamos los daños que provocó su insensatez.

Lo que no quiere entender es que jamás olvidaremos:

Quién fue el loco que lo ordenó.