Para Fernando Rafael
Alejandra Guzmán
La belleza femenina ha tenido desde siempre dos enemigos naturales:
La edad y la fealdad de nacimiento.
A mediados de los 80 Bibi Gaytán le agregó otro, que 20 años después, se convirtió en una plaga peor que los americanistas: Las cejas depiladas.
Como si estos no fueran de sí, tres adversarios formidables e imposibles de derrotar, del año pasado a la fecha se aparecieron en las calles de la Capital de Marcelo en obediencia total unas criaturas bastante llamativas que nos hacen recordar a Lorena Velázquez, que como vampira, le hizo ver su suerte al mismísimo Santo: Las Mujeres Guajolotas
Lo de Guajolotas, no porque parezcan guajolotes hembras, sino por la incomible torta de tamal, eso es exactamente lo que asemejan sus cuerpos una: Torta de tamal.
La belleza puede soportar hasta cinco kilos de más, pero cuando el sobrepeso de una mujer de menos de 22, rebasa de los 10 hasta el infinito y más allá, sólo podemos parafrasear a Ricky Luis y decirles: Ahí nos vemos en el espejo; par de gordas.
Si además a la torta le agregamos un aditamento raro en la cara: Aretes, agujas o tornillos en las cejas; piercings (de estrellita) en la nariz; lunares ¡de aluminio! en los labios; toda suerte de objetos raros saliendo de la barbilla y para cerrar con broche de oro, en un acto de salvajismo disfrazado de moda; una especie de balín en la lengua. Cualquier belleza se va a la basura.
Pero atención, no todas las chicas por el hecho de ser gordas, adquieren el título de Guajolotas; deben estar bonitas; si son feas, a lo más que aspirarán es, a ser nombradas: Tamaleras.
También aunque cada día son más comunes las que desgracian su rostro poniéndose algo raro en él; eso tampoco las convierte automáticamente en Guajolotas.
Porque si una muchacha bonita y delgada en un momento de insensatez e irracionalidad, atenta contra su belleza, en vez de Mujer Guajolota será una lndeja (saludos al maese Armando Fuentes Aguirre Catón).
Entonces las dos condiciones para entrar en esta categoría son:
1).- Una cara bonita (con cejas pobladas)
2).- Estar por lo menos ocho kilos arriba de su peso (máximo 10) Después de esta pertinente aclaración, para que no cualquier gorda o perpleja se quiera adornar presumiendo que es Guajolota, lo que sigue es saber qué hacer con ellas.
Como Santo El enmascarado de plata ya no puede luchar contra ellas y hundirían cualquier embarcación si las queremos mandar a una isla desierta, lo único que nos queda es resignamos y aconsejar, al estilo de la Abuela Sara:
El que mucho abarca... ¡Que se case con una: Mujer Guajolota!
No hay comentarios:
Publicar un comentario