domingo, 6 de noviembre de 2016

EL TRANSPORTE PÚBLICO ES HOSTIL PARA LOS NIÑOS Por Fernando Martínez

Este escrito tiene su origen en algo que me ocurrió en el Metro de la Ciudad de México:

Yo esperaba el vagón y en el andén se agrupaba ya mucha gente. Llegó el convoy, la multitud se metió amontonada; yo, que mido 1.80 metros, quedé mirando para abajo y vi la cara de terror de un niño de aproximadamente seis años de edad.


No sólo vi pánico en una criatura, que no debería sentir esto a tan temprana edad, vi una realidad que vienen viviendo los niños en todos los países desde hace muchas décadas a causa del amontonamiento de personas en el transporte público. (1)

Fue ahí donde comprendí que, si esto atemoriza a un infante, entonces esto no es lo normal

Y es que como sociedad ya nos acostumbramos a transportarnos como cerdos al matadero; nuestros gobiernos nos quieren bien apretados. Pero esto NO ES DE DIOS señores.


Después, la madre del niño, ¡mis respetos para ella!, lo cargó y al mismo tiempo le ordenó con voz segura:

"No, no te espantes" 

Y el niño se tranquilizó.

Después compartí mi anécdota en Facebook, y cual fue mi sorpresa, que me llegaron comentarios de amigos (y amigas) que también recordaron que sus madres los subían al transporte público y ellos en verdad siempre lo sufrían. 

Pero esto no es exclusivamente de la Ciudad de México, pasa en todas la ciudades y en sobre todo en los camiones.



Otra situación que viví fue que para subir las escaleras de un autobús, una señora y su hija iban delante de mí, la niña llevaba chanclas tipo crocs y al subir, su mamá no se dio cuenta que la niña se le salieron las sandalias; así que tuve que ayudarles a levantarlas.

Pero esta insignificante anécdota indica que los pequeños tienen que ir al paso de sus mayores, que al bajar o subir del transporte público no tienen la capacidad de un adulto para sortear toda clase de obstáculos.

Los niños también son tratados como animales. Es decir, los transportamos pero los minimizamos, pensamos que se van a adaptar como nosotros y en verdad se enfrentan a:

Instalaciones hostiles, temperaturas calurosas, personas estresadas, acosadores, gente neurótica, vendedores agresivos. 

Son los niños los que más sufren el calor, el hambre, los empujones, los pisotones, al trauma de quedar abandonados dentro o fuera del vagón. Ellos son testigos visuales de peleas, riñas, accidentes, caídas y todo el horror que se puede vivir en el TRANSPORTE PÚBLICO.


Creo que como usuarios también debemos comprender a las mujeres que se suben con sus HIJOS, ya sea cargándolos o no; porque el transporte público en Latinoamérica, en Asia o en cualquier país del tercer mundo suele ser un infierno. 

Ya bien lo decía el filósofo ucraniano Wilhelm Reich:

“El amontonamiento acarrea violencia”.

Por eso, cada que subas a un camión, al tren urbano, a un estadio o a un lugar donde las personas se aglomeren, ten en cuenta que los niños son vulnerables a las multitudes, que les provocamos traumas, que sufren peor que un adulto la convivencia con multitudes.

Debemos estar conscientes que los niños se marean, que los niños y niñas vomitan (como nota al pie, un psicólogo me dijo que eso era prueba de un abuso sexual, ojo). 


Repito, si para un adulto es pesado viajar amontonado, con calor, con sed, con hambre, cansado de estar parado, cansado de estar minutos hacinados, para un niño esto es un tormento.

Ahora que en la Ciudad de México y en otras ciudades del mundo se ponen cámaras para la seguridad de los usuarios, se ponen vagones exclusivos para mujeres y se piensa en los discapacitados. 
Siempre es momento de pensar en los niños.

Voy a ser utópico, soñador, iluso:

¿Qué tal un vagón de metro amigable con ellos? En donde tuvieran alimentos bebidas dulces, animadores, juegos e incluso adornado temáticamente.

¿Qué tal autobuses exclusivos para madres e hijos? Asientos especiales, choferes amables, escalones a su medida, y hasta un payaso que los vaya distrayendo.

Ya sé, ya sé; estoy dibujando un mundo rosa, pero ojo, no imposible de llevarse a cabo.

Así como se inventó Uber con un chofer que te da de beber y casi casi te soba los pies, ¿por qué no ahora inventarnos un transporte público amigable con los niños?


(1)  La población mundial (el número total de seres humanos viviendo en la Tierra) era de 7,349 millones el 1 de Julio de 2015, de acuerdo con el promedio de fertilidad estimado por el Departamento de Economía y Asuntos Sociales de las Naciones Unidas

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