domingo, 10 de marzo de 2019

MOSTRAR, EXPLICAR Y SALIR DEL CAOS; El papel del comunicólogo en los tiempos modernos Por Manuel Adame

Recuerdo la época en la que, según el Presidente Felipe Calderón, declaró:

"A los jóvenes no les interesa nada" [1]

Desgraciadamente la credibilidad de los políticos, de la Iglesia, de las instituciones Gubernamentales han tenido mucho que ver con esta falta de interés de la juventud, debido a la falta de coherencia y congruencia de estos grupos.

Un ejemplo claro de incongruencia  del discurso a los hechos, fue el caso del gobierno capitalino hacia los grupos minoritarios que transitan en la Zona Rosa en el año 2007.

Mientras se habla de tolerancia hacia estos grupos minoritarios, en su afán de “recuperar” este lugar, el plan del Gobierno Capitalino fue quitar indigentes,antros gays, ambulantes, pordioseros, y encuestadores como si fueran plagas.

Sí,  este es México, un país en donde puedes abortar, pero no es tan fácil adoptar a un niño debido a que las autoridades te dicen:

“Puedes influir en la salud psicológica del adoptado” [2]

Sí, una nación donde los altos mandatarios nos promocionaron una  “Alianza por la Calidad de la Educación”, la cual según el ex presidente, Enrique Peña Nieto:

“Constituye el proyecto educativo más ambicioso de la historia”, pero al mismo tiempo se permitió el nacimiento, la existencia y crecimiento de:

La Universidad CNCI (que no es una Universidad en forma); El Banco Azteca (¡que sí es un banco en forma!); una Televisión Azteca; que lo único que ha logrado es que la palabra Azteca se vuelva sinónimo de “chafa” y un doctor “Simi”, que te receta “simi medicinas” y te regala hasta tortillas.

Esta falta de congruencia entre lo que se dice y se hace no es sólo parte del modus operandi de nuestros políticos y sus gobiernos; también lo es de los medios de comunicación. 

Lo anterior, ha  sido la razón por la cual  los jóvenes tampoco creemos en los comunicólogos, sobre todo en los que trabajan para los grandes consorcios.

Para volver a creer en ellos, los comunicólogos deberían tener responsabilidad social; defender la verdad, mostrar los hechos, pero ayudándonos a comprenderlos, quietándole cualquier viso de espectáculo en  favor del “Dios Raiting”.  

Es deber del comunicador decir la verdad por muy cruda que sea. Porque no se vale mostrar los hechos sin ofrecer  a la sociedad la posibilidad de comprenderlos, hay que entender la realidad en que se vive y después actuar conforme a ella.

Es bueno que nos ofrezcan "lo más avanzado de la tecnología" cuando se transmita la noticia de una  cobertura en vivo (con dos helicópteros, 3 motocicletas, tres unidades móviles de control remoto y “cientos” de corresponsales), pero esto de nada sirve si se queda únicamente en la pantalla y no llega al entendimiento crítico de los televidentes.

De cada hecho trascendente (como las pasadas elecciones presidenciales en los Estados Unidos)  que se transmita a través de los medios de comunicación se necesita una explicación social, política, económica, psicológica, histórica de los hechos.

Sabemos que esto es utópico, pero sólo un comunicólogo "preparado" podrá explicar el contexto sociocultural en que se dieron los hechos haciendo que la sociedad tome medidas, critique, actúe en consecuencia y no sólo se quede en platica de café.

La propuesta es apostar por un ejercicio de profundidad de análisis y no sólo por la lectura de noticias; en el caso de los medios impresos dotar al lector de “facilidades” para la comprensión, no sólo de la noticia, sino de las consecuencias de la misma.

Es deber del comunicólogo decir las cosas por su nombre, y enfrentar respetuosa, pero no servilmente al político diciendo por ejemplo:

“No mientas”, o “no creo que funcione tu idea”, Y no sólo quedarse con la declaración oficial.

Esto podría argumentarse que va en contra de la objetividad, y es que, para algunos teóricos, la objetividad no existe pero sí es posible regular como comunicadores nuestra subjetividad. 

Como parte de una sociedad, estoy consciente que los medios tradicionales están muy lejos de formar criterios, con “la bandera” de “usted tiene la última palabra”, los medios se han ido por el lado de la indiferencia; están sus excepciones, porque hoy tomar partido está mal, lo ideal hoy es ser neutral, ¿se puede ser neutral en una injusticia social como la guerra, la corrupción, el narcotráfico? Hay temas en lo que ser neutral u “objetivo” es un pretexto más para fomentar la indiferencia de un pueblo. 

Está muy trillada la frase de “información es poder”,  la palabra simple: “poder”, no basta, habrá que preguntarse ¿poder qué? 

Es hoy cuando se debe ocupar la información para “PODER” hacer el bien social, lograr transformar nuestro pensamiento para después actuar en consecuencia buscando siempre el bienestar de la mayoría.

La información de nada sirve si sólo creemos que con ella se podrá transformar al país; pero sí es el principio para concientizar a sus ciudadanos, para educarlos o tan sólo ubicarlos en qué clase de sociedad está inmersos.

En conclusión; hoy las personas han cambiado la forma de comunicarse con la sociedad, de informarse, de educarse, hoy buscamos en la  internet “la verdad” que ni los medios de comunicación tradicionales, ni las instituciones correspondientes  nos pueden o quieren ofrecer.


Pocos comunicadores han reaccionado al respecto, la mayoría sigue dándonos los mismos formatos de hace 20 años que cada vez interesan a menos gente. El comunicador se debe adaptar a las exigencias no sólo tecnológicas, sino sociales que pide un mundo siempre necesitado de verdad, paz, justicia, orden, sentido común y solidaridad.

El comunicólogo de hoy debe  mostrar y explicarnos un  hecho, exaltando en todos los ámbitos posibles de la comunicación la fórmula de salir del caos, para encontrar un orden social con las características que necesita el planeta.


[1] Periódico “La Jornada”; viernes 16 de mayo de 2008. México D.F.

[2]  Libro “Tu Futuro en Libertad” del Gobierno de la Ciudad de México. Año 2006. 

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