miércoles, 25 de marzo de 2020

EN LA PEOR TORMENTA CON EL PEOR CAPITÁN Por Luis Olalde

Duele ver ese Titánic que es México perdido en altamar. Duele ver al capitán del barco sin don de mando, buscando un rumbo que no existe. A veces navegan a 50 nudos a todo vapor, en ocasiones con el motor apagado y dejando que se lo lleve la marea hacia ningún puerto.


Porque el capitán de ese Titánic está más feliz saludando a la tripulación que en la zona de mando ordenando el cambio de rumbo.

Duele ver a los pasajeros; algunos arrepentidos de haberse subido a esa nave, otros dormidos en los camarotes y otros confiados en su capitán comiendo en las zona reservada para los más privilegiados. 

Así, como vimos en la película de Leonardo DiCaprio; ricos pobres y clase media peligran si el conductor de la embarcación no timonea con mano firme México.

El timón, de ese monstruo de latinoamerica llamado México, en ocasiones parece abandonado.

Vemos, desde fuera, que México navega por zonas peligrosas; llegan las tormentas, se estremece el barco, vienen olas enfurecidas, las noches son frías y peligrosas aparecen los icebergs a lo lejos y el capitán sigue sin ser fuerza de mando.

Esa fuerza de mando que sí vimos en sexenios anteriores cuando tormentas, huracanes y tsunamis se le aparecieron en ruta navegante a ese navío. 

En el 2016 les llegó "El huracán Trump", enfurecido, dispuesto a acabar con ellos por ser mexicanos; en el 2009 les llegó "la tormenta Influenza H1N1" y en el 2017 les llegó "el tsunami 19 de septiembre" y salieron a flote; lo hicieron, no por arte de magia, no por palabrerías del Ejecutivo, no por ofrecer diariamente una conferencia de prensa, no por dar abrazos y besos al pópulo no por usar escudos protectores imaginarios, no sólo por proclamar que la honestidat (así con t) es lo único que puede salvarlos.

No, México salió a flote con actos. 

"Ayúdate que yo te ayudaré" dice Dios en la Bibliia, el presidente de México que se autodenomina cristiano lo debe saber muy bien.

El Titánic de México no sólo era la cabeza de latinoamerica geográficamente, lo era en términos de liderazgo, en términos de una economía inteligente, viva, arriesgada. A veces ellos eran la envidia de Colombia, de Venezuela, de Belice, de Guatemala, de Perú, de El Salvador, de Cuba y de Argentina. 

Hoy ese Titánic corre el riesgo de hundierse, corre el riesgo de estamparse con el más temido iceberg que es el de la Crisis Económica, como lo están en riesgo todos los barcos navegantes que tienen que sortear las frías y congeladas noches de un mundo con varios mares de incertidumbre.

Nosotros que vemos por fuera el comportamiento de navegación de México desde los radares vecinos, estamos llamando insistentemente a la cabina de mando tratando de hacer contacto con el capitán; pero Houston, ¡perdimos contacto! 

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