En el último minuto de nuestra vida sabremos de los sueños que nunca fueron.
En el último instante de nuestro respirar pondremos en la balanza nuestros logros y frustraciones.
Quizá a nadie ya en ese momento le importe.
Quizá nuestra alma estará conformista de haberlo intentado.
Quizá dentro de la muerte ya nadie sueña.
Tal vez el propósito de nuestras vidas no es soñar, sino respirar, amar, VIVIR.
Quizá la misión en nuestra vida fue ESCUCHAR, ACOMPAÑAR A REÍR, A LLORAR CON EL OTRO, todo eso sin que nos diéramos cuenta mientras luchábamos por una meta.
QUIZA NO TODO ESTARÁ PERDIDO, PORQUE UNO NO PUEDE PERDER LO QUE NUNCA LE PERTENECIA.
Al final, nuestras metas terrenas se habrán esfumado de nuestro corazón.
Dios de Abraham, de Isac y de Jacob, te pedimos por todos aquellos a quienes un sueño no cumplido en el más allá atormenta.
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