viernes, 27 de diciembre de 2019

¿VALE MÁS MI RELIGIÓN QUE EL CORAZÓN DE MIS HIJOS? Por Mayra Villanueva


No sólo por cuestiones económicas los niños no reciben regalos el "Día de Reyes"; la religión es una barrera ideológica importante para que los infantes no reciban los tan anhelados regalos. 

Este escrito lo hacemos por el testimonio que recibimos del Ingeniero Alexander (cambiamos su nombre para resguardar su identidad)

Alexander es hoy un señor de 54 años que vive en el estado de Guanajuato, México y esta es su historia.

El Ing. Alexander vivió en un barrio de la Ciudad de México, muy cerca del aeropuerto, él junto con cuatro hermanos fue el hijo mayor de una costurera y un motopatrullero divorciados cuando él tenía 6 años.


Según la definición del Diccionario Cambridge: "Una cultura es un sistema compartido de creencias, actitudes, valores, expectativas y normas de comportamiento entre un pueblo".

Lo que el Ing. Alexander nos contó, confirma firmemente lo que no solamente entre una comunidad extensa existen los problemas de comunicación intercultural.

Aún dentro de la propia familia nuclear la multiculturalidad es causa de problemas interpersonales.

La madre de nuestro entrevistado, fanática devota de los Testigos de Jehová, nunca le gustó llevarse por lo que la mayoría de los mexicanos con cultura judeocristiana hacía; ella, como todos los de su religión,  no realizaba el festejo de Navidad el 24 de diciembre y tampoco siguió la tradición de los "Santos Reyes" el famoso 6 de enero.

He aquí nuestro problema

Es por esto que el Ingeniero Alexander recuerda con tristeza que él y sus hermanos, durante su infancia con toda la inocencia, sí hicieron el ejercicio de escribirle a los Reyes Magos para que les obsequiarán juguetes en la víspera del 6 de enero. Según el Ingeniero "él lo veía normal, ya que en su escuela Primaria sus compañeros y los vecinos lo hacían cada año".

La madre, aún teniendo la posibilidad de darle juguetes a sus hijos, no lo hizo "por cuestiones de fe".

Y así, Alexander quedó marcado de por vida por el trauma de despertar la mañana del 6 de enero y no encontrar absolutamente nada dentro de su zapato.

La acción de darles juguetes a los niños es contraria a los Testigos de Jehová, puesto que es una tradición absolutamente católica pues se festeja:

Nunca nos habíamos imaginado que por ser esto una costumbre de la religión romana alguien hubiese decepcionado el corazón de un niño.

Entonces, aquí preguntamos:

¿Vale más mi religión que el corazón de mis hijos?
¿Vale más mi orgullo de no traicionar mis convicciones protestantes a la felicidad de mi hijo?

Por nosotros era sabido (y por el sentido común) que cada 6 de enero "se vive un horror" en las casas de escasos recursos de México porque los niños no reciben juguetes por el nivel socioeconómico a los que pertenecen ellos y sus padres; por eso el caso que tocamos aquí lo vemos destacable. 

El Ing. Alexander vive hoy con su familia, es hoy un católico practicante y se unió (no por casualidad) a una fundación que: persigue, documenta, y protesta contra los abusos de la comunidad de Testigos de Jehová en todo el mundo. 

Él siempre PLATICA su caso. NO está de acuerdo en que otros Testigos hagan lo que su madre le hizo; no concuerda con la idea de prohibir a un doctor que no trasfiera la sangre de un pariente enfermo:

"Si me llegará a pasar algo grave, un accidente o una enfermedad, yo ya le dije a mis hermanos que no vayan a permitir que mi madre me quite la posibilidad de una transfusión sanguínea

Que la alejen a mi mamá de mí y del hospital".

El Ing. Alexander y su madre jamás perdieron contacto, ella vive aún en la vecindad de la Ciudad de México, y él hizo su vida en ese estado del bajío; ella conoce a sus nietos y cada año procura visitarlos. Pero las discusiones sobre la religión son obvias entre ambos; él la provoca, la enfrenta, la debate; ella se enoja, llora, pero nunca dejó de ser una aferrada Testigo de Jehová.

Baste este testimonio para ejemplificar que el 6 de enero no es una simple tradición católica aislada, en estas fechas se producen conflictos de cultura aún entre propios mexicanos, aún entre personas que viven dentro de una misma casa.

La pobreza no es el único factor determinante para que algunos niños no reciban juguetes el 6 de enero. 

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