domingo, 2 de noviembre de 2025

LA CRUZ DEL TRABAJO EN EL CAMPO Por Manuel García Caletty

Muchas veces me he puesto a pensar que si yo trabajara en el campo no duraría allí ni cinco minutos. Quizás lloraría. Sería un cobarde que huiría del trabajo rudo de labrar la tierra.

El campo es duro. Es la maldición impuesta por Dios a Adán después de que él y Eva comieron del fruto prohibido.

Los capataces son injustos. El sol lastima. La tierra agrieta las manos. La espalda se destroza.  El tiempo se me volvería eterno dentro de una actividad tan demandante, en un clima hostil y con el estómago semi vacío.

Según datos del Gobierno de México, en el primer trimestre del 2025 se reportó que el salario promedio para el cultivo de maíz y frijol es de $1,200 pesos mexicanos mensuales. El salario mínimo para el jornalero agrícola en 2024 varió de $281pesos diarios a $374 en los estados de la frontera norte.

Debemos hacer un intento para comprender el modo de supervivencia de niños que en la mayoría de los casos son insertados “para ser útiles” a los terratenientes y que con su pequeño cuerpo y diminutas manos tienen que cosechar toneladas de limón, jitomate o fresas.

La historia de todos esos pequeños que trabajan la tierra en México, Estados Unidos o cualquier país del mundo siempre permanece sin atención ante el consumidor promedio hasta que un buen documentalista, cineasta o periodista nos muestra la explotación infantil y el trabajo pesado del campesino promedio. Después regresa el silencio y la indiferencia a nuestras mentes. 

Concientizar a más de 8 mil millones de personas en el planeta es casi imposible. 

Según un estudio de la universidad de Oxford parece haber una desconexión entre los niños de países de alto consumo como Reino Unido, Francia, Estados Unidos y el origen de alimentos como frutas y verduras, pues menores de 6 a 12 años creen que las zanahorias, las fresas y la carne vienen directamente del supermercado.

Entre espinas, entre hierba ardiente, el trabajo de sembrar, arrancar, cargar kilos de frutas y verduras es para valientes. Esto es la cruz del trabajo en el campo.

Según UNICEF: 112 millones de infantes trabajan en la agricultura a nivel mundial. Es casi la población entera de México.

En el caso de la zona tequilera mexicana se necesita un terreno de cuatro hectáreas para albergar 6 mil quinientas pencas. Las de tres años, pesan aproximadamente 15 kilos y las de cuatro años, pesan 20. 

Al alcanzar su punto de madurez, con una herramienta llamada coha, se tumba el agave. Cuando está plantado se cortan las pencas y las raíces de la planta para extraer lo que en el argot tequilero se llama “piña” o “corazón”. La cual tiene que luego ser cargada y transportada a las fábricas.

El anterior párrafo se resumió rápido, pero el sudor real del campesino mexicano que logró la cosecha del agave conllevó un proceso de horas de pesado trabajo al rayo del sol.

El campesino es fotografiado, es portada de revista, es investigado porque es protagonista de los “peipers” académicos. El campesino es entrevistado para ganar el Pulitzer. El que labra la tierra es reportado comprendido en las asociaciones rurales.

Pero, lo que es un hecho, es que el trabajo cruel de sembrar la tierra no ha cambiado mucho desde hace 15 mil años que se cree el ser humano inventó la agricultura. 

CARTA ABIERTA A GIANFRANCO FUSCALDO ALBINO


Gianfranco:

Yo sé que me lees y que también me odias. Pero siéntete importante. Así sienten los famosos cuando la revista TV Notas publica sus escándalos. Siéntete Anahí de RBD.

Sólo para que veas cuánto te quise y que olvidé decirte que TE AMO las pocas veces que te tuve cerca. 

Porque dicen que "del odio al amor sólo hay un paso" tú me dejaste como telenovela de Televisa: ENTRE EL AMOR Y EL ODIO.

Adiós, Gianfranco Fuscaldo Albino

¡Vuela alto!

Sigue de telenovelero. Sigue soñando. Sigue amando a México. Sigue estando con Dios. 

viernes, 24 de octubre de 2025

“A FAVOR DE LO MEJOR”: LA ASOCIACIÓN QUE DEVELÓ A LOS EMPRESARIOS CATÓLICOS Por Ingrid Arriola

Nosotros como consumidores, la mayoría de las veces, ignoramos quién o quiénes están detrás de los productos que compramos todos los días. En especial, no sabemos quiénes son los empresarios que nos ofrecen esos productos o servicios. No sabemos su ideología, aficiones o cultura. Tampoco indagamos en su nacionalidad y en qué otras empresas están involucrados como dueños o socios.

En México, una asociación de empresas develó los valores morales y religiosos de los grandes líderes del país. Supimos que ellos estaban ligados a la religión católica gracias a la asociación “A Favor de lo Mejor” que demostró “tener un gran puño” desde que se fundó en el año 1997.

En “A Favor de lo Mejor” se encontraba Bimbo, la empresa mexicana de Lorenzo y Roberto Servitje. Bimbo, es quizás el mayor inversionista en tiempo-aire de Televisa. Y es quizás un hueso duro de roer, y de convencer; ya que lo que Bimbo paga en publicidad es enorme para cualquier medio de comunicación, el cual estará orgulloso de tener a la panadera mexicana como cliente.

En el año 1997 las empresas fundadoras de “A Favor de lo Mejor” les dijeron a las televisoras:

“Si no nos gusta tu contenido, retiramos nuestros patrocinios”.

Ya para ese año, en Televisa, había un notable cambio de mando; Emilio Azcárraga Milmo, guadalupano confeso, había fallecido y el control estaba a cargo de su hijo y su club de amigos ejecutivos.

Pero hoy podemos afirmar que los Azcárraga (abuelo, papá e hijo) siempre fueron siguiendo los valores católicos; y por supuesto que se notó más en “El Tigre”, quien, bajo memorándum, fue quien ordenó a sus productores que la protagonista de la telenovela en cuestión “le rezara a la Virgen de Guadalupe”. Fue así que siempre vimos a Thalía, Leticia Calderón, Verónica Castro y demás actrices hincadas ante la imagen de la Morenita del Tepeyac.

Carlos Slim y su yerno Arturo Elías Ayub

Todos creían que el ingeniero Slim y yerno estaban apegados al judaísmo, lo deducían por sus apellidos libaneses.

Pero Slim dio una muestra de su fe al remodelar la "Plaza Mariana", un proyecto de complejos religiosos y comerciales donado por la Fundación Carlos Slim a la Basílica de Guadalupe, a la que asistieron tanto Carlos Slim como el entonces jefe de gobierno, Marcelo Ebrard. El proyecto fue inaugurado en 2010, incluyó un Centro de Evangelización, el Museo Guadalupano y un columbario. 

También la opinión pública se dio cuenta del catolicismo del Ingeniero Slim cuando su nieta “se casó por la Iglesia”. Un cuadro de la Virgen de Guadalupe acompañó a la pareja de novios durante su ceremonia religiosa.

Michele Ferrero

Un empresario católico que muy pocos saben que lo fue es el que está detrás de la marca Ferrero Rocher, y ese fue Michele Ferrero, el fundador de Ferrero SpA, quien atribuyó el éxito de sus productos a la Virgen de Lourdes

El nombre "Rocher" se inspiró en la gruta de Massabielle en Lourdes, donde se apareció la Virgen María

Ferrero era conocido por su devoción a la Virgen, visitaba el santuario de Lourdes anualmente y mantenía estatuas de María en las fábricas de Ferrero.


(1) En la página web de “A favor de lo mejor”: 

https://afavordelomejor.mx/wp-content/uploads/2023/08/SEMAFORO-ANUNCIANTES-JULIO-2023.pdf 

Podemos observar el monitoreo de medios y lo que se denomina “semáforo para los anunciantes”. 

La asociación informa a las marcas del contenido sexual, de violencia física y verbal que pudiera encontrarse en ciertos productos audiovisuales.

sábado, 4 de octubre de 2025

OCCIDENTE SIN RETORNO Por Mayra Villanueva

Antes, un asesinato político provocaba indignación general. Hoy, una parte de la sociedad lo celebra y la otra lo acepta con resignación.  

Y cuando matar al opositor se normaliza, la sociedad cruza un punto sin retorno. 

Lo que sigue ya no es política, sino que se prepara el terreno para algo mucho peor.  

Ya vemos que en Francia han estallado desórdenes civiles masivos: bloqueos de carreteras, disturbios callejeros, contenedores incendiados, cortes en los transportes públicos, enfrentamientos con la policía. 

¿Cómo se unen estos sucesos?  

Según David Betz, un académico especialista en guerra irregular y conflictos internos, Occidente cumple todos los indicadores de un colapso interno.  

Primero por la fractura social. 

Ya no hay identidad común. Cada grupo vive encerrado en su burbuja ideológica o cultural.  

La NACIÓN ya no es una comunidad, sino un campo de batalla de tribus enfrentadas.  

Segundo, las migraciones masivas. Lejos de integrar, fragmentan.  

En barrios enteros de París, Bruselas o Berlín, los nativos son minoría.  

Y esas comunidades no se integran, sino que imponen sus costumbres, creando fricción.  

Tercero, la polarización política. 

Lo que antes era un debate parlamentario, hoy es odio visceral en las calles. La política dejó de ser diálogo. Se volvió guerra cultural. 

Cuarto, el desprestigio de las élites.  

Gobiernos, medios y universidades perdieron autoridad moral. La gente común ya no confía, y esa desconfianza alimenta el resentimiento.  

Quinto, la tensión económica. 

Inflación, desempleo, crisis energéticas.  

Todo agrega combustible al malestar. 

Y un sexto punto: el multiculturalismo asimétrico

Betz dice que a las minorías se les permite afirmar su identidad, pero a las mayorías se les prohíbe hacerlo y eso crea un resentimiento explosivo, porque convierte a los nativos en ciudadanos de segunda en su propia tierra.

Para Betz, estos ingredientes hacen inevitable, la llegada de disturbios civiles masivos, en los países de Occidente. Un conflicto híbrido, con milicias, disturbios prolongados y debilitamiento del Estado.  

El Estado pierde el monopolio de la fuerza y aparecen “micro-soberanías” locales, como barrios, comunidades, redes digitales, que imponen su ley.  

Aparece la violencia intermitente y persistente en barrios, ciudades, universidades, y fronteras.  

Grupos armados informales, vinculados a ideologías, religiones o identidades culturales, llenan el vacío dejado por el Estado y se mezclan con el crimen organizado, terrorismo, política callejera, activismo radical, con tácticas de guerrilla.  Un claro ejemplo es Colombia.

Y mientras no EXISTA LA VERDADERA CONVIVENCIA, las redes sociales amplifican los choques  y sirven como campo de batalla simbólico,  que alimenta la violencia física.

LÍDERES QUE INCOMODAN AL SISTEMA PROGRESISTA SON ELIMINADOS: LA BATALLA CULTURAL QUE OCCIDENTE NO QUIERE VER Por Mayra Villanueva

El asesinato de Charlie Kirk, el 10 de septiembre de 2025, sacudió a millones. Porque detrás de esa bala hay una trama oculta. 

Primero, las tensiones ideológicas, que se vuelven violencia. Y segundo, las sociedades occidentales, que están en un proceso de conflicto interno imparable. Hoy todo converge en un mismo camino de disturbios civiles, gran guerra, gran tribulación.

El asesinato de Charlie Kirk, no es una noticia más. Es una señal de esas que no se pueden ignorar. Tenía apenas 31 años, era esposo, padre de dos hijos, cristiano. Desde muy joven se convirtió en un referente de millones de chicos en Estados Unidos, por su batalla cultural.  

Y el 10 de septiembre de 2025, en pleno acto público, un disparo certero en el cuello acabó con su vida. El FBI encontró el rifle a 200 metros. Y la bala tenía grabados mensajes pro transgénero y antifascistas.  

Donald Trump, quien se había salvado de un atentado similar, decretó duelo. Obispos y pastores pidieron oraciones. 

Pero al mismo tiempo, en TikTok, miles de jóvenes celebraban. Entre ellos grupos de brujas. 

Y en MSNBC, una cadena progresista, analistas insinuaban que tal vez había sido un montaje, o un “problema interno”. “Y que se lo tenía merecido, por alentar el odio”.  

Ese contraste lo dice todo: mientras unos lloraban su muerte, otros la festejaban.  

Es el espejo de la guerra cultural que vivimos en occidente.

¿Por qué Charlie Kirk? ¿Qué lo convirtió en un objetivo tan claro?  

Charlie era un joven educado, de familia, cristiano, que defendía la fe sin violencia.  Era una muestra de que se puede ser joven, y rechazar la ideología woke sin miedo, sin vergüenza, y con argumentos sólidos.  

Charlie recorría universidades. Montaba una mesa, abría el micrófono y decía: 

“Pregunten lo que quieran”. 

Y cientos de jóvenes se acercaban. Algunos lo desafiaban con enojo. “¿Por qué estás contra el matrimonio gay?”, “¿Qué tienes contra el feminismo?”, “¿Por qué dices que la ideología de género es falsa?”  

Y él respondía con calma, con datos, sin gritos.  

Una costumbre suya se volvió famosa: 
regalar una gorra a los que hacían buenas preguntas, aunque fueran críticas. Eso transformaba el choque en un gesto de respeto. 

Y ese estilo lo hizo muy peligroso para la izquierda radical porque no podían pintarlo, sin más, como un intolerante, ni como un supremacista.  La frescura de su estilo mostraba que se puede ser firme sin odio, y eso era lo que más irritaba a sus adversarios. 

Pero hoy llegamos a un punto en que la confrontación de ideas deja de ser algo pacífico. Lo vimos en la reacción posterior a su asesinato.  Miles de usuarios celebraron su muerte en las redes. Algunos decían: “los oprimidos tienen derecho a usar la violencia”.  

Otros justificaban el crimen como una forma de justicia social.  Páginas vinculadas a Black Lives Matter defendían el asesinato como una respuesta legítima a su “odio”. 

Pero Kirk no fue el único.  Semanas antes, también en EE.UU., la activista provida ucraniana Iryna Zarutska fue degollada en un tren. 

Y el patrón se repite: 

Opositores atacados brutalmente, y después celebrados en redes por sus enemigos ideológicos.  

Ese es el salto decisivo, cuando se empieza a pensar que matar al que piensa distinto, no sólo es aceptable, sino necesario. 

Y en Alemania parece ocurrir algo igual de inquietante. En las semanas previas a las elecciones locales de 2025, murieron once candidatos de la oposición. Siete de ellos eran del partido AfD, la única fuerza política que cuestiona en serio, la agenda progresista en el país. 

Las causas oficiales: infartos, enfermedades repentinas, incluso suicidios.  

Pero los números no cierran. 

Estadísticos calcularon que la probabilidad de que algo así ocurriera naturalmente era casi nula: una probabilidad de 1 en más de 1 millón.  

En otras palabras, imposible. Y la comparación histórica es inevitable. 

En la República de Weimar, antes del ascenso del nazismo, también hubo una ola de asesinatos políticos que desestabilizó al país. Si unimos lo de Estados Unidos y lo de Alemania, el panorama es claro. Estamos ante un patrón global.  

Líderes que incomodan al sistema progresista son eliminados, de una manera u otra.  

En Estados Unidos, con un disparo. En Alemania, muertes “naturales” en cadena.  

El resultado es el mismo: callar a la oposición.  

Y lo peor no es solo la violencia, sino que se transformó en parte del paisaje.