viernes, 19 de noviembre de 2021

La viuda de ROBERTO GÓMEZ BOLAÑOS “CHESPIRITO” menospreció la experimentada carrera de la legendaria actriz del cine de la Época de Oro Anabel Gutiérrez. POR ALEJANDRO SALAZAR HERNÁNDEZ

Anabel Gutiérrez nació actriz. Forma parte de una dinastía artística, gracias a la cual se crío y creció tras bambalinas. Su padre fue actor y su madre bailarina de la compañía teatral de las hermanas Blanch.

Sus abuelos paternos fueron: el empresario teatral Miguel Gutiérrez y la cantante de ópera Soledad Goyzueta; de sus abuelos maternos se sabe poco, pero que fueron un actor y una cupletista. 

Su carrera en el cine la inició en plena Época de Oro, siendo amadrinada por Dolores del Río, Jorge Mistral, Sara García, Joaquín Pardavé y los hermanos Soler.

La decisión de Roberto Gómez Bolaños “Chespirito” de incluirla, en 1987, a una nueva temporada del sketch "Los caquitos" como María Espotaverderona Torquemada y viuda de Lascurain, mamá de la Chimoltrufia, causó descontento en Florinda Meza, quien con soberbia pisoteó la dignidad de la actriz, también compañera de Pedro Infante en la película Escuela de vagabundos (1956).

La reacción fue revelada por la propia Anabel en el programa "24xsegundo"(1)  

“FLORINDA MEZA TENÍA UN CARÁCTER MUY DIFÍCIL”.

¿Cómo llegó la oportunidad de interpretar a la mamá de la Chimoltrufia?

Me la dio Roberto. Lo conocí cuando trabajé en la película Angelitos del trapecio (1959), cuyo argumento él escribió; años después me invitó a interpretar un personaje en el programa Chespirito. Me dijo: “Si te gusta, lo haces; si no te gusta, me lo dices”. Ya en Televisa me dijo: “Ve a vestuario a escoger tu ropa”.

A mí me encantaba La Chimoltrufia, entonces me vestí igualito a ella… Ya grabado el programa, me preguntó: 

-“¿Qué pasó?”

Le contesté: “¡Me encantó!, y me dijo: 

“Te quedas”, y me quedé. Roberto era un pan, un hombre maravilloso… Conmigo fue una lindísima persona, igual que María Antonieta, Édgar… Todos menos… ¡Ya sabemos quién!. Omito nombres. Yo hacía muchos corajes con una persona. Ese era el problema que había con ella; no digo que sea mala persona, pero tenía un carácter muy difícil. 

El día que me llamó Roberto, Florinda (Meza) me dijo: 

-“Te voy a llevar al camerino”. 

Dije: “¿A mí, al camerino? ¿Para qué, Florinda?”

-“Para enseñarte a ser actriz”, respondió. 

Le dije “¡Ah!”

-“Bueno, actriz eres de cine, pero de televisión no”, aclaró, 

y le pregunté: 

-“¿Cuándo quieres que vaya al foro?”, y que la oye don (Emilio Azcárraga) Milmo.

Yo nunca he dicho que sea actriz; yo era muy buena como chamaca, pero actriz dramática no. Podía hacer todo, pero nunca me consideré una gran actriz. Me dolió su comentario porque dije: “¿Tantos años de carrera, tanta profesión y todo, y que me vengan a decir: ‘Te voy a enseñar a actuar?’”

Los sábados me iba con mi papá al teatro de comedia, los domingos iba a ver a mi mamá en la zarzuela y mi historia empezó a escribirse en teatro con Andrea Palma, Julio Bracho…

¿Cuál es la película que recuerda con más cariño?

Escuela de vagabundos; ni hablar, ¡fue un peliculón! Es chistoso, de todas las películas que hice, es de la única que la gente se acuerda (risas). También me gustaron Muchachas de uniforme (1951), Rostros olvidados (1952), con Libertad Lamarque… En sí me gustaban todas, pero mis preferidas fueron esas y Deseada (1951), en la que debuté como actriz con Dolores del Río. Son películas que no olvido; olvidaré los títulos, pero no la época en que trabajé. Éramos una familia en sí y la pasábamos de peluche.


¿Por qué cree que el público conectó tanto con Escuela de vagabundos?. 

Tiene muy buen elenco; Pedro Infante estaba maravillosamente bien; Óscar Pulido es un señorón; doña Blanca de Castrejón, mis respetos para la señora; Miroslava, Fraustita, Fernando Casanova… ¡Pura figura! También el argumento, la dirección de Rogelio A. González que fue maravillosa, el compañerismo, la amistad… Además, teníamos un tremendo productor que era don Fernando de Fuentes.

¿Qué recuerda en particular del rodaje?

“¡Buenos días, pescaditos! ¡Buenos días, Audifaz! ¡Buenos días, mamá!”… (risas). Es una película que me dejó huella; me dieron un Ariel como Mejor Actriz Juvenil, Pedro era un caramelo y trabajé muy bien con él. Digo, a mí ni me pelaba porque estaba yo muy chamaca. Había un compañerismo; ahí no había que: “Yo soy la estrella, tú eres el estrella”, éramos todos estrellas, hasta yo, que hacía el papel de una chamaca tremenda.

¿Y cómo era Miroslava?



Divina, un caramelo de niña, lindísima… Muy sencilla y nunca fue presumida. Yo debuté en el cine con la película llamada La liga de las muchachas (1950) y estábamos Elsa Aguirre, Miroslava, Martha Roth… Después hicimos juntas Escuela de vagabundos y La visita que no tocó el timbre (1954).

Hablando de sencillez, en aquella época los actores no eran presumidos; se daban su lugar de estrellas, lógico, pero no presumían diciendo: “Yo soy más que tú”, como algunas, así como Dolores del Río; a mí me hizo correr descalza seis veces dentro del foro, hasta que don Roberto Gavaldón se enojó y le dijo: “¡Dolores, ¿Qué onda?! Mira: la chamaca ya tiene los pies morados”Es al único que le tenía miedo.

¿Cómo era Dolores del Río?



Muy especial. El primer día de filmación de la cinta "Deseada" me maquillaron de manera tal que no me reconocí: era morena, morena, morena. Al día siguiente me pararon y me marcaron las huellas… Llegó don Roberto Gavaldón, llamó a Alex Philips y le preguntó: 

“¿Cómo fotografía?” Y dice: “¡Maquillaje!”. Se pone enfrente y pide: “Que la vuelvan a maquillar”, y delante de todo el staff dijo: “Ella es lo mismo de estrella que Dolores, ¿eh? Aquí no hay favoritas. O me la maquillan bien o se las voy a maquillar todos los días”. 

Mientras hablaba no me moví, hasta que me dijo el camarógrafo: “Ve a que te maquillen”. Ese era don Roberto Gavaldón.

Fuente:

(1) Óscar Uriel y Gaby Meza. (14 de noviembre de 2019). "24 X Segundo". Televisa Networks. De películaGolden.

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