¡Ah que broma más chistosa!
Un mexiquense después de ir a votar
Terminó la vacilada Sub-17 (el único Mundial de fútbol que se puede tomar en serio es el de los mayores) y dejó varios apuntes en el tintero dignos de reflexionar.
El primero es que después de vivir del cuento durante seis años (Campeonato Sub-17, Perú 2005) a José de Jesús Ramírez Ruvalcaba (Chucho Ramírez), se le acabó el Síndrome Tibio Muñoz (Felipe Muñoz Kapamas) que también vive del cuento. desde que en los Juegos Olímpicos México 68, ganó medalla de oro en natación.
A Chucho en el América y Televisa lo contrataron porque era:
El único entrenador mexicano campeón del mundo
pero como ya no lo es, ayer ya no apareció en La Jugada
Nos invitaron a ver el segundo tiempo de la final en Canal 13, pero preferimos seguirlo viendo por Canal 2, porque a pesar de que era una vacilada, no íbamos a soportar las pendejadas de Toño Rosique (José Antonio Rosique Cañas) y Martinoli (Christian Octavio Martinoli Curi)
La pena ajena que nos da Luis García (Postigo), que a pesar de ser inteligente e instruido, por seguirle el juego a los arriba mencionados:
Le hace al canelas (Lalo Trelles dixit)
y tampoco (aunque él sí estaba en papel), al subnormal de Jorge Campos (Navarrete).
Siguiendo con las vaciladas, Felipe Calderón Hinojosa (que nos empieza a caer bien, porque cuando se relaja, echa relajo) en la línea de premiación, saludando a todos y cada uno de los mozalbetes alemanes y uruguayos.
La Jornada esta vez en lugar de poner en su portada una imagen del Presidente espurio para criticarlo u otra del Presidente legítimo para alabarlo, lo hizo con una de los imberbes integrantes de la Sub-17 con el título:
Campeones juveniles de ensueño
Pero la madre de todas las vaciladas fue cuando el Potro Gutiérrez (Raúl Gutiérrez Jacobo) (lateral derecho del Atlante Campeón 92-93, que él incluido maestro de primaria, estaba lleno de profesionistas) le permitió a Julio Gómez (González) entrar a la cancha con su venda en la cabeza, para complacer al populacho, perdón imaginario colectivo.
Después de esta borrachera nacional que durará máximo dos semanas, terminaremos este ensayo como el chiste de la hormiga que va detrás de una manada de elefantes, la cual destruye todo a su paso y exclama:
“¡Qué desmadre estamos haciendo!”